»La tensión era palpable. El viento se había afilado como si de un cuchillo se tratara. Los combatientes habían dado rienda suelta a su poder. Cualquier intento de parar lo inminente hubiera resultado inútil. La libertad estaba cada vez más cerca, el momento en que uno de los dos bandos vencería al otro. Por supuesto, eso ellos no lo sabían, seguían luchando por un propósito aún incierto. El mundo comenzó a girar muy rápido cuando, el joven de cabellera negra se acercó al prisionero. Le faltaba poco para juntarse con su hermano. Quizá no me perdone nunca lo que hice. Estaba confuso. Tenía que enfrentarme a un miembro de mi familia, un nieto, casi un hijo para mí. No ofrecí más resistencia. Había menospreciado sus habilidades. Yo ya era viejo, de un tiempo pasado, con escaramuzas acabadas. Sobraba entre toda esa vida joven. Mi nieto siguió corriendo hasta encontrar el punto que le uniría con la victoria.
»Estuvieron a punto de perder. Todo pasó a un segundo plano y de pronto, un puente entre la muerte y la victoria se alzó como protagonista. Cada paso que el chico daba, más claro se veía el final. Cuanto más se acercaba, más resistencia oponían los piratas. En unos segundos, el prisionero sería liberado, causaría un gran estrago en la supuesta "justicia". Decidí quedarme al margen para contemplar cómo, con parsimonia, los grilletes se desprendían de las manos del preso. La batalla tomó un aire distinto. Los grandes poderes de la marina tomaron parte en la batalla. Ya era demasiado tarde, ahora el fuego de una nueva esperanza, completa y renovada, destacaba sobre el gris del cielo. El chico mostraba una triunfal sonrisa.
»Ambos jóvenes cayeron al suelo, esta vez, dispuestos a no dejarse atrapar de nuevo. Estaban cansados, dolidos, pero tenían la certeza de que iban a salir de allí... con vida. La fraternidad que los unía iba más allá que un simple vínculo de sangre. No eran unos papeles que les acreditaban de una misma familia. Era un amor tranquilo y liviano que los unía. Su equipo era casi invencible. Viéndoles allí, defendiéndose sin apenas fuerzas, combatiendo el uno junto al otro, daba la sensación de que podían superar cualquier obstáculo. Quizás hubiera sido así si no fuere porque los muros que saltar eran demasiado altos.
»La táctica de los piratas cambió radicalmente. Ya no iban a luchar, puesto que habían cumplido su objetivo. El gran padre se puso al frente. De nuevo, la imagen cruel se congeló. El mundo se calló. Un fuego solitario se acercó y se arrodilló a su lado. La escena no podía ser interrumpida. Todo permanecía en un débil silencio, roto por cañones disparados, fuego crepitando, gritos, órdenes. Sin embargo, parecía no afectar a aquella parte del campo de batalla. El sosiego cubrió ambas caras.
»"¿Qué quieres decirme?" preguntó el viejo.
»"Gracias" la visión de unas diminutas lágrimas en sus ojos ahogó sus próximas palabras.
»"Sólo quisiera oír una cosa, Ace. ¿Fui un buen padre?"
»"¡Claro que sí!".
»Una risa inundó por primera vez el recinto. Sentí la felicidad pura destilada en ese sonido. Podía ver cómo dibujaba un largo camino de color esperanza. Era desolador ver la guerra a través de ese halo de pureza. Todo parecía sucio a su alrededor. La emotividad podía palparse en el ambiente. A pesar de estar muriendo, la serenidad se mostraba en sus gestos. A pesar de todo el dolor, aquella risa estuvo allí.
»La belleza se rompió ante el ataque de un puño de magma. El ínfimo momento de tranquilidad había acabado. La pelea seguía en curso.
»"No saldrás de aquí vivo" sonó la voz volcánica.
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