dissabte, 18 de desembre del 2010

Fuerzas.

Pongo la mano sobre mi corazón y noto sus acelerados latidos. Inconscientemente, y como si el tacto fuera real, lo acaricio como a un animal asustado e intento calmarlo. Todo irá bien, quiero creer, porque realmente, quiero que todo salga bien. Si esto fuera algún tipo de juicio, debería jurar sobre un montón de documentos que se consideran casi sagrados. Sí, papeles. Son tan frágiles que la lluvia y el fuego pueden destruirlos; pero son terriblemente importantes. Si estuviera en una iglesia, rezaría a Dios y rogaría por su ayuda. Si estuviera delante de un animal salvaje, trataría de escapar sin captar su atención. Si estuviera delante de otra persona, cuidaría mis palabras con extrema delicadeza. Pero cuando miro al cielo y veo las estrellas brillando, la Luna acunándolas y el viento meciendo los ábroles, recuerdo donde estoy. En la vida real, en el ámbito tangible del universo abstracto. Así que aparto mi mano helada y cierro los ojos. La hierba me cosquillea la piel. Las lágrimas muerden mis mejillas. Ahora respiro hondo y lo prometo. Porque ésta es la promesa que recordaré toda la vida. Porque ésto es lo que debo cumplir. Y porque, aunque la tristeza se hunda en mi pecho, debo sobrevivir.

dimecres, 15 de desembre del 2010

Lluvia.

Tomé sus manos entre las mías y las acaricié con dulzura. Las suyas eran frías y el duro trabajo las había vuelto fuertes. Las mías quemaban contra su piel y se deslizaban con ternura. Le miré a los ojos. Sus tiernos ojos marrones que me devolvieron una mirada lastimera. Lo había juzgado, mal o bien, lo estaba haciendo. Tratándole de pobre por su desdichada vida o tratándole de mentiroso por sus palabras hirientes. Me pregunté, hundiéndome en esos pozos sin fondo, qué era verdad. Se apartó de mí. De la peor forma posible, se apartó de mí. Y yo lo veía, caminando con desgana, los hombros caídos y arrastrando los pies. Corriendo sin poder avanzar de ahí donde su cuerpo se postraba agotado. Lo veía deseando volar hacia una libertad infinita, una libertad verdadera. Pero él ya no era el tierno pichón que yo había conocido. Sus alas se acortaron y murieron secas, dejando paso a las fuertes patas de depredador. Y ahora lo veía deseando la vida humana como es imposible desear nada. Pero ahí estaba. Ahí estaba él.

Su rumor incierto me devolvió a la vida. El frío era intenso. La cama parecía vacía cuando él no estaba a mi lado. Vacía y enorme, rodé por ella hasta tocar el suelo. El suelo helado con los pies desnudos. Caminé hasta la cocina y me hice un café. Me ardía en la garganta. Encendí la calefacción maquinalmente. ¿Dónde te has ido? Miré por la ventana. La lluvia caía en desmedida empañando los cristales. Debajo del balcón, enmedio de la calle, había una pareja. Reía y gritaba moviento un paraguas entre aspavientos. Él era uno y ella otra. Él la abrazó y Ella le besó. La lluvia mojaba mis mejillas y el suelo. Y no sabía dónde esconderme para no volver a ver el sol salir.

dissabte, 11 de desembre del 2010

Recordando y viviendo.

¿Esta es la clase de vida que querías?

Al cabo de los años tendrás un buen trabajo. Tendrás todo tipo de lujos, estarás bien sentado en tu butaca de poder. Esa familia te querrá. Todos te mirarán y te admirarán. Ahora y siempre lo han hecho, lo harán en un futuro. Ella vendrá, te tendrá entre sus brazos, te mirará a los ojos y serás suyo. Cuando te preguntes "¿Cómo llegué a esto?" no habrá respuesta clara. Lo habrás olvidado todo. Los jardines llenos de flores, el sol luciendo sobre las casas. Una amplia, muy grande. Un perro de brillante pelo marrón. Los pájaros cantarán. El timbre sonará cuando entres. Dos niños y ambos con magníficas calificaciones. Una vida perfecta. Pero todo frío. Un fallo y perderlo todo. Todo distante. Un amor, pero muy escondido. Un corazón palpitando helado.

Yo miraré atrás. Veré las sombras cruzar por mi jardín cochambroso. Los árboles subirán sus despeinadas copas hasta tocar el cielo. El sol besará sus ramas y se derramará sobre sus troncos. Llegará a mi puerta, sin timbre, y me dirá: ¿puedo entrar? Yo me reiré. Él vendrá, me acariciará la mejilla y me dará un beso. Sonreiré. Saldré a trabajar con prisas y llegaré tarde. Disfrutaré con mi música y el público también. Tendré arte y tendremos arte. Cada noche vendrán dos niños, me abrazarán y me susurrarán "Buenas noches mamá, te quiero". El perro sucio moverá la cola, le rascaré la cabeza y él lo agradecerá. Muy cálido. No tan perfecto. No hay nada perfecto aquí. Un amor que hace de estufa. Un corazón palpitando quemado.

Por la calle te veré. Nos curzaremos. Me mirarás sin reconocerme, la besarás a ella y seguirás el paseo con tu perro. Pensaré en ti. En la persona de mis sueños de verano e invierno. En mis flores de primavera y mis hojas de otoño. Te observaré y tiernamente sonreiré por la persona que amé. Cuando el ocaso se te lleve, yo lloraré. Y luego seguiré recordando y viviendo.

divendres, 10 de desembre del 2010

A prop meu.

El record dolç, la veu suau però les mans fredes. Els ulls li brillaven com dues estrelles úniques a un firmament. Perles magnífiques de color bronze. En elles hi volia viure. En elles volia estimar. El seu cos era perfecte, com només ho pot ser la perfecció de la lluna plena abans de ser eclipsada pel sol. El sol del seu somriure que hipnotitzava més que les monedes dels vidents. Que jo li he donat el meu cor. El record ben a dins, com si desfer-me d'ell em pogués matar. Les mans ben estretes, per oblidar aquesta fredor tan distant. I el teu cos a prop, el teu cap a prop, tu a prop meu.

dijous, 2 de desembre del 2010

Nada sin ti.

Me miró con esa carita tan tierna y sus ojitos acaramelados. Me pidió clemencia muchas veces y yo no quise hacerle caso. Ella lo intentaba una y otra vez, pero el daño ya estaba hecho y enmendarlo era difícil. Nunca tuve un mal corazón, casi siempre fui tolerante y comprensivo. Pero me había agotado la paciencia y las fuerzas. Ahora la tenía delante de mí, con las lágrimas manchado sus tersas mejillas, y me pregunté: ¿Qué, de todo lo que sé, es verdad? Y después de mucho pensar, llegué a la conclusión de que no puedo afirmar nada. Nada sin ti.

Soledad.

Se durmió entre mis brazos. La estreché contra mí, con cuidado de no despertarla. A la débil luz matutina, su figura parecía divina, intocable, inalcanzable. Y sin embargo, mis dedos se entrelazaban con su pelo. Aspiré profundamente su olor, dejando que aquella maravillosa composición del aire me revitalizara. Su imagen era perfecta para mí. Su pecho se movía rítmicamente, con un ruido estable y regular. Sentía deseos de besar cada trocito de piel inmaculada que mostraba. Había sido así siempre: yo la admiraba, la quería, la deseaba y la amaba. Con demasiada intensidad, a veces. Pronto el sueño comenzó a doblegar mis párpados, pero mi mente se negaba a separarse de ella. De su esplendor, de su luz. Yo la tenía entre las manos y no pensaba perderla.

La perfección escapa en los momentos más ínfimos. Tan pronto como la vemos, desaparece. A veces es confusa y trae dolor consigo. Otras es la más pura felicidad. Pero aún así, en todos los casos, es perfección. Ora se manifesta como máquina, ora como persona, ora como situación. Una de aquellas me había tocado a mí. Una chica perfecta.

"¿Dónde estás?". El sueño se repetió incesantemente. Sólo una frase. La pesadilla parecía no acabar nunca. "¿Dónde estás?" preguntaba ella con su voz angelical. Y yo no la encontraba por ninguna parte. Por más que quería gritar, llorar, alcanzarla. Pero, la misma cuestión martilleaba mis sienes "¿Dónde está?".

Con las manos vacías y la boca seca entré en mi casa. El eco de la puerta me devolvió una soledad sin fin.