dijous, 27 de maig del 2010

Nana & Hachi

Nana, he estado esperando este momento durante mucho tiempo. He imaginado que te arrepentías de todo y que deseabas que estuviera a tu lado. He soñado que todo lo que me decías no eran más que palabras que salían de una mente inconsciente manipulada por el odio. Creí que jamás volverías a mi lado porque la suerte estaba echada y en tus resultados no contaba yo… Me llegué a sentir abandonada y desdichada, como cuando a Hachi le deja su novio. Me hubiera pasado horas en la cama, tratando de esconderme tras esos sueños que resultaban más felices, intentando sofocar mis lágrimas mientras pensaba que no podía estar pasándome algo semejante. Recuerdo que sentía que todo era injusto, que era mentira, que no había hecho nada malo. Puedo decirte que estaba acabada, que sin ti… no era más que una muñeca de trapo a la cual podías acudir para morder y jugar con ella mientras te esperaba en la estantería escondida de tu corazón. Noté cómo te marchabas y me dejabas sola mientras tú intentabas vivir feliz. Vi cada una de tus caídas y corrí tras de ti para intentar ayudarte mientras tú intentabas que me alejara… Me hice tan pesada que incluso yo noté mi lastre. Creía que hacía lo mejor… pero no paraba de hacer un desastre tras otro. Me sentí desfallecer y me resigné a esperarte… una vez más.

Mientras Hachi esperaba en un rincón, Nana, tú rehacías tu vida. Quizá intentaras dañarme para que me alejara, pero sé que tratabas de que me fuera intentando causarme el menor trauma posible. Tú, Nana, mantenías mi risa en alto, hacías que tuviera fuerzas para poder continuar cada día hacia delante. Recuerdo que fuiste el motivo de mi vida en un sentido u otro… Ahora ya no soy tan pesada, ¿verdad? Intenté cambiar para poder estar a tu lado, quise hacerlo y lo estoy haciendo poco a poco. Sé que aún tengo miedo de decirte que te quiero, por posibles represiones. No quiero causarte más problemas, quiero que esto acabe ya. Quiero estar junto a ti y que tú vuelvas a mi lado…

Ahora que volvemos a estar juntas, como lo están Nana y Hachi, nos has dado estos motes. Me has dicho palabras que van sanando mi corazón herido. La muñequita de trapo ha sido retirada de la estantería para reemplazarla por la lámpara de luz clara que nos hacía falta a las dos. Quizá todo lo que estoy diciendo no haga más que empeorar las cosas, mi querida Nana, pero cierto que hay veces que esta pequeña Hachi necesita desahogarse. Tengo intención que hablar esto una vez más y luego.. luego dejaré el tema. ¿Por qué? Porque sé que ya es suficiente… como tú bien dijiste: a veces a las personas las une el destino y no un simple capricho de dos. Entonces si es el destino, ¿qué más da cuántas palabras te diga? Sabes todo cuanto te he dicho, pero no te crees todo cuanto sabes. Quiero que me comprendas: quiero que entiendas que no te guardo ni guardé, ni mucho menos guardaré, rencor alguno y que quiero que volvamos a ser tan amigas.

Dicho esto quiero aclararte que no necesito que volvamos a montarnos una historia de que estamos saliendo. Es cierto que eso para mí suponía un alivio, esa broma para mí significaba mucho. Pero no necesito historias ficticias de que somos parejas, sólo necesito que me devuelvas esa mano amiga mientras yo trato de recomponer esa sonrisa tuya. Ciertamente no creo que tengo valor para pasarte este escrito… Pero igualmente quise dedicarle unos minutos de mi tiempo para que alguien pudiera saber todos mis pensamientos abiertamente. Me he guardado demasiadas cosas y quizá ahora ya no recuerde ni yo lo que sí o lo que no…

No quiero que te tomes ninguna de mis palabras a mal, y lo sabes. Ahora ya creo que sí, que me he hecho demasiado pesada con el maldito tema este… Pero aún así, voy a añadir una última cosa. Quiero que si llegas a leer esto, lo conserves mientras quieras estar conmigo. Quiero que lo conserves porque no voy a consentir ni una lágrima tuya porque estás triste. Esas lágrimas no las permito, porque quiero ver una sonrisa permanente y sincera plasmada en tu rostro. Quiero que tus ojos rían y no se hable más. Yo seré el ángel (o el demonio, según tú prefieras) que te recuerde que siempre queda esa última esperanza…


-Palabras bonitas ya no quedan. Y si las hay, dime dónde. Todo lo que fuíste (lo que fui) se ha ido por la escobilla del váter. No nos queda, ni siquiera, un recuerdo dulce que nos haga sonreír. ¿Has visto la cantidad de dulzuras que dije en ese tiempo? Ay, mi querida, lo hemos perdido todo. Y creo que, con el tiempo, tú también te darás cuenta. No eres nada en este mundo. No lo serás jamás.

dimecres, 26 de maig del 2010

._.

[He escrito dos párrafos y lo acabo de borrar todo. Mierda, si es que no sé ni qué escribir. Te odio, me quitas la inspiración. Que os den por culo a todos...]

dissabte, 22 de maig del 2010

Puedo escribirlo con muchas palabras pero ninguna lo describirá lo suficientemente bien. Es como una mezcla de rabia, dolor, miedo y tristeza. No se sabe lo que hay en todo ese embrollo de hilos emocionales. Joder.

divendres, 21 de maig del 2010

Lascivia

Las mantas eran suaves, como la seda sobre nuestra piel. El colchón era mullido como una nube calentita en nuestro personal cielo. Estaba sobre él, sobre su cuerpo. Le miraba a los ojos, muy fijamente, muy intensamente, muy apasionadamente. Amaba esa persona. Le recorría de arriba a abajo mentalmente. Mordisqueaba su cuello, tomándome mi tiempo, le besaba y le lamía. Hacía que cerrara los ojos con caricias livianas. Comía de su boca los besos más dulces que jamás soñé. Bajaba por su torso, acaramelando su moral. Me detenía en su cintura, pellizcándola ligeramente con los dientes. Le miraba, de nuevo, y veía sus ojitos cerrados sobre una pálida expresión de excitación. Cuánto tiempo estuve con él, no lo sé. Lo más que recuerdo es que el mundo se hizo etéreo. Desapareció todo para quedarme sólo con él. Fue mi hermosa fantasía hecha realidad.

Los gemidos eran mínimos. El ruído temía romper el precioso silencio que nos envolvía, la capa de tranquilidad que endulzaba nuestros cuerpos. Los gritos no superaban la garganta, dando a nacer un bajo suspiro.

Que el amor no es amor si no es locura. La lascivia forma parte de esa locura.

dijous, 20 de maig del 2010

Quiero.

Quiero nadar entre mares de placer. Quiero estar en tu mente, sobre tu piel, en tu corazón, en tu alma. Quiero ser parte de tu día a día, de tu rutina, de tus quehaceres, de tu vida. Quiero ser tuya.

Reconozco el amor en ojos agenos. Veo miradas apasionadas entre parejas distanciadas. Noto esa barrera que construyen, un mundo aparte, un mundo sólo para ellos. Es fácil distinguirlas por la calle: van juntos, de la mano, dando a entender que son "un solo ser". Desaparecen entre la multitud, no echan a nadie de menos, pues con ellos mismos lo tienen todo. No necesitan nada más que su propio cariño. Y detrás de toda esa capa color rosa una verdad: el miedo a perderse.

Quiero volar hasta ti. Quiero traspasar los obstáculos y estar junto a ti. Una vez más, como antaño, como debería ser.

Siento las caricias sobre mi piel. Es un contacte dulce, placentero, suave. Comienza como un cosquilleo en la barriga, que se extiende hasta explotar por todo el cuerpo. Una emoción que te hace gritar. Nunca es suficiente: como una droga, te engancha y te hace querer más. Es el deseo convertido en acto.

Quiero morir en tus labios. Quiero sentir tu cuerpo sobre el mío. Quiero la seguridad de tus brazos, el amor de tus manos, la pasión de tu ser.

No hay nadie en esta habitación. El ruído del viento se cuela entre las ventanas cerradas. No entra la luz del sol. El tiempo pierde importancia. Todo lo consistente, aquí se vuelve nada. Y toda la nada, aquí es importante.

Quiero desaparecer bajo tus ojos. Quiero formar parte de un "nosotros".

Quiero cantarle a la luna. Quiero ser tu musa.
Quiero pensar que soy lo mejor para ti. Quiero creer que no hay otro mundo para mí.

¿Me oyes? Quiero tenerte. ¿Lo notas? Quiero poseerte.


-Gracias por estos meses a mi lado. Me has hecho feliz. Y, sobre todo, gracias por esta insulsa e inextistente despedida. Te amo.

dimecres, 19 de maig del 2010

Rotura.

Miraba al cielo como si éste pudiera responderle. Pensaba más allá de las estrellas, más allá del mundo que había creado. Estaba tumbado en la hierbas, fresca, que le hacía cosquillas en los brazos y la piernas. Notaba el viento helado en la cara, apartándole el pelo de la cara para volvérselo a tirar encima. Cerraba y abría los ojos, como si viera pero no mirara nada. La luna, grande y hermosa, coronaba el firmamento oscuro.

-¿En qué piensas? -preguntó una dulce voz femenina.
-En todo este tiempo que ha pasado. No sé si ha servido de nada. He conocido a todos mis amigos, mis compañeros, casi mis hermanos. Pero ahora no están, y ni siquiera tengo una pista para empezar a buscar. No sé qué hacer. Estoy aquí, perdido en medio del mar, en una isla cualquiera, con una guerra por estallar.
-Vaya pero...
-No me malinterpretes. Agradezco vuestra amabilidad, así como el hecho de no ponerle peros a mi estancia aquí. Pero debería irme. Entiéndeme, este no es mi lugar. Yo... tengo que ayudar a mi hermano. Jamás me perdonaría a mí mismo si le dejo morir.

La palabra se perdió en el infinito: "morir, morir, morir". Algo se estaba removiendo en sus entrañas.

-No... morir... no quiero... Él... yo prometí salvarle... Ac...

El sueño se rompe por un dolor muy intenso en el pecho, incapacidad de respirar y una gran angustia. No sabe qué hacer, no sabe dónde está, no sabe qué ha pasado. Tiene que correr, tiene que buscar a su hermano. Tiene que encontrarle, ponerle a salvo, asegurarse de que vive. Algo le dice que no es posible, y se levanta enfurismado. Intenta llegar al mar, tirarse a él, despertarse del dolor que le carcome. ¿Por qué? ¿Por qué es así? Grita al cielo, grita al bosque, grita a las piedras, a los árboles. Grita a la nada.

-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!

La única palabra capaz de articular. Cada vez, la aflicción es mayor. Una verdad demasiado certera se instala en su cabeza y no le deja seguir pensando. Su hermano no está. De nada servirá darse prisa, pues su vida ha acabado. Está muerto. El dolor vuelve con mayor fuerza, se ciega. Golpea con todo a su paso. No puede más.

-¿¡Por qué!?
-¡Luffy-Kun! Si sigues así te vas a matar, ¿es eso lo que quieres?

Una voz grave le saca de la incosciencia. Despierta por unos momentos, sólo para decir la frase que más teme. Sólo para resolver sus mortíferas dudas:

-¿Ace... murió?
-Sí -respondé con condolencia la voz.

Se rompe el mundo. Todo deja de tener sentido. Las lágrimas brotan formando un río imparable. No sabe qué hacer, de nuevo es incapaz de asimilar la idea. Por su cabeza se cruzan las palabras "morir" y "salvar". Una promesa hecha hace mucho tiempo le provoca una agonía punzante. Ve sangre por todas partes, la sangre de su hermano. Ve muerte por todas partes, la que no pudo evitar. Ve oscuridad. Ya no tiene sentido seguir aquí.

Sueños

Se levantó, visiblemente enfadado. Pisó fuerte, como si pretendiera mover la tierra. Le miró directamente a los ojos, con todo el poder de la furia. Jamás le había visto en un estado sejemante. Parecía imposible que su dulzura y su amabilidad se hubieran esfumado para dejar paso al odio. Vi en un momento cómo toda su vida pasaba por su mente. Sentí su enfado y la piel se me puso de gallina.

-Tú... -comenzó a decir- Maldito bastardo. ¿Quién te crees que eres para pisotear de esta forma las personas? ¿Crees que tienes algún valor -gruñó- Eres peor que el barro que recubre las calles. Pirata insensato. La vida no es dinero, la vida no es poder, la vida no encaja en ningún esquema que tengas idealizado. Eres una mentira, tu vida lo es. Eres cobarde, te escondes detrás de una floja tripulación. Eres pobre, ninguno de los tesoros te pertenece. Careces de buenas capacidades. Ni siquiera tienes una meta. ¡Estúpido! -gritó- ¿¡De qué te crees que se compone la existencia!? ¿¡De reconocimiento!?

El viento gélido mecía su pelo, suavemente, como intentando aplacar toda esa rabia. Me mantuve al margen, contemplando, prepleja, la situación.

-Yo tengo un sueño -prosiguió- ¡un sueño que tú no alcanzas a comprender! ¡Este sombrero es mi tesoro! ¡No tienes ningún derecho a pisotearlo! ¿Que Shanks era un cobarde? ¿Que yo también lo soy? ¿Que nos ganarás? ¿Que me matarás? No tienes ni idea. Voy a demostrarte sin palabras la verdad. Voy a demostrarte la diferencia entre tú y yo.

Tenía razón, toda la razón. No sé si ese fue el motivo por el cual decidí unirme a su tripulación. Pensé que era alguien fuerte en quien dipositar mi poca esperanza. En realidad, sólo esperaba el momento oportuno de robarle el oro. Pobre idiota, y en ese momento, lo hubiera dado todo por su sombrero. Más tardiamente, yo también necesité su ayuda. Él no rechistó, simplemente, se encargó de dejar claro que conmigo no se podía jugar. Sin dudas.

El payaso yacía inconsciente en el suelo.

-Seré el rey de los piratas. Llámame inútil. Pero yo tengo un sueño, y esa es la principal diferencia entre tú y yo.


[Monkey D. Luffy Vs Buggy el Payaso]

divendres, 14 de maig del 2010

Ambiente urbano

-El otro día que vi a la Mari, que iba acompañada de Sonia, pues se pararon al mercado, que les chilló una obreba muy muy puerca, y entonces dice que se vieron perseguidas, que yo no me lo creo. Pues ahora Mari está super pesada, y que si duerme conmigo, que si sola no quiero estar, que si pa'rriba que si pa'bajo. Pues el otro día andaban super juntas con la Sonia, así que no sé por qué no se va a dormir con ella, pero bueno. Que si yo te quiero mucho, que si no sé qué. Y así acabó. Eh, ¿me escuchas?

-Claro. Que... por cierto, ¿te acuerdas de dónde para la tienda?

-No me escuchas, te estaba contando algo, y no has entendido absolutamente nada.

-Que sí, que sí. Que Mari se... eso. Sonia que ahora no... bueno, sí que te he escuchado.

-Pero no has entendido nada.

-¡Ay! Me perdí por la mitad, lo siento.

-Nunca te interesas por nada de lo que te explico. Sólo te interesa... ¡no sé ni lo que te interesa!

-Si yo te quiero mucho, ¿no te basta con eso?

Por primera vez, la chica de largo pelo dulcificó su rostro y enrojeció. Normalmente, se mostraba arisca y repelente delante de todo el mundo. Excepto de él, por supuesto. Él era por quien estaba viviendo, en quien pensaba durante las noches, por quien despertaba cada mañana, por quien sonreía. Era su mundo, su pequeño e individual mundo.

-Supongo que sí .-sonrió tímidamente.

-Bueno, ¿te acuerdas de dónde es? .-preguntó el joven moreno.

Él parecía no darse cuenta de nada Actuaba con total naturalidad ante todo. Semejante mujer tenía puesto todo su interés en aquel chico que parecía hacerse el loco. Podríamos decir que lo estaba, tenía sueños utópicos. La gente, de buenas a primeras, le trataba de inútil. Una vez le habían conocido, no podían resistirse a su carisma. El joven ayudaba a todos por igual: buenos o malos, pequeños o viejos, hombres o mujeres. Tenía un gran corazón, una fuerza excepcional y por ello, siempre conseguía rodearse de amigos. Aquel, sin duda, era su mayor poder.

-Pues la verdad es que... no .-se avergonzó ella.

-Ah.. espera -el chico abrió mucho los ojos- no puede ser...

-¿Pero qué...?

Antes de que ella acabara la frase, su amor ya había salido corriendo tras un puesto ambulante de carne asada. El joven podría tener unas grandes habilidades, pero también un punto débil: la comida. Nunca estaba saciado. Eso era uno de los tantos encantos que hacían que la chica de pelo largo se estremeciera. Aunque bueno, para ella, su chico era completamente perfecto.

-¡Carne, carne, carne, carne! ¡La quiero toda! ¡Toda con doble ración de todo! ¡Mejor que sea triple! ¡Ah y quiero... el puesto! ¡Lo quiero todo! .-gritaba entusiasmado él.

-¡Yo te doy de comeeeeeeer, Luffy-kuuuuun! .-canturreaba ella.

-¡Emperatriz Boa Hancock! ¡Tan alto cargo como el suyo no debería servir para dar de comer a un simple joven pirata!.- gritó una voz vieja.

dimecres, 12 de maig del 2010

Lo he dejado todo abandonado. Ya no quiero salir a la calle, me asquea. Ya no quiero ver a nadie, me asquean. Ya no quiero hablar con nadie, me asquea. Me harta el mundo, me hartan las personas, me harta todo este ambiente. Es tan... asqueroso.

dimarts, 11 de maig del 2010

Siempre confías en la persona equivocada, ¿eh?
Pues parece ser que sí...
Vaya, es gracioso. Y nunca pusiste un ápice de atención en mí.
¿Y qué quieres que haga?
Pues nada, eso, confiar, no lo sé.
Ya...

dissabte, 8 de maig del 2010

Perdón.

No te lo diré a la cara. Y si lo llego a hacer, evitaré mirarte a los ojos. Porque no te lo digo sinceramente, me lo arrancas por obligación. Así que, piensa que si lo llegas a oír, es una falsedad como muchas otras. Créeme, no te lo mereces. Ha sido tu culpa y has hecho de ello mi problema. No me parece bien tu comportamiento, quizá el mío tampoco lo esa, pero va en respuesta al tuyo. No-me-parece-bien. Hazme un poquito de caso, ¿comprendes? Perdón, no te lo mereces, pero te lo pido, perdón.

...

¿Sabes? Nunca supe cómo reaccionar. Supongo que era aún demasiado pequeña, con un corazón demasiado frágil. Mis latidos eran como el aleteo de una mariposa: constantes y bellos, pero esconden detrás una gran vulnerabilidad. Creo que fue ése el motivo de que todo se rompiera tras tu despedida. Me había acostumbrado a todos tus hechos: los besos, las caricias, la calidez, las sonrisas. Era mi mundo y no concebía otra forma. No conocía nada que no fueras tú. Mis fronteras estaban en tu corazón. Por eso, cuando todo se derrumbó, creo que gran parte de mí murió. Se perdió como la nieve en una alud. Se deshizo como el hielo al sol. Pero no quedó nada. Nunca supe cómo reaccionar. Creía que volverías, el tiempo no estaba pasando. La incredulidad me decía que era sólo una "etapa". Pero, no lo fue, ¿verdad? ¿Dónde estás ahora, mi amor? Yo aquí, esperándote. Muy lejos y muy cerca de ti.

dijous, 6 de maig del 2010

En brazos cálidos.

-No soy nada si no es contigo.

Era la última frase que me había oído decirle. Algo, quizá, cariñoso y tierno, si se mira desde una tercera persona. Pero si él me hubiera mirado a los ojos, podría comprobar el dolor terrible que mordía mis entrañas. La pena que enjuagaba mi vista. El frío que paralizaba mi corazón. Si hubiera tenido tan solo un momento de atención, habría comprobado que yo era un nido de confusión.

Ahora sentía una leve brisa en mi cara, lo suficientemente fría como para querer esconderme, pero por algún motivo, no me molestaba. Era como un soplo de vida, llegando muy tristemente a mi piel. Notava entumecimiento y dolor en cada rincón de mi cuerpo. No sabía ya lo que era parte de mí y lo que no. Era consciente de que me estaba moviendo, no sabía por donde. Me mecía suavemente entre hierba, hojas, agua y cielo. Estaba allí, medio dormida, pensando en las cosas de la vida. Pensaba en cosas mundanas y triviales, así como pensaba en ti. Estabas en el viento, en los olores húmedos, en mi pelo alborotado, en mi piel rasguñada, en los retazos de bosque, en el azul invisible del cielo, en las nubes, en mi mente, en mi corazón. Estabas aquí, diciéndome: te quiero.

Todo paró: el movimiento, el ruido, el frío y casi desapareció el dolor. Ahora, sabía que había parado, y unos rayos cálidos rehacían mi ser. Estaba echada sobre alguien, sentía las briznas de hierba acariciando las plantas de mis pies, haciéndome cosquillas. Notaba una leve sequedad en la boca y una enorme reticencia a abrir los ojos.

Nada cambió en todo el tiempo que estuve en el prado. Descubrí mi ubicación por hechos ya asentados en mi cabeza: el canto de un mirlo, los olores de las margaritas, el tan esplendoroso sol. Poco a poco, tomé confianza y abrí los ojos. Tú. Eras tú. Esa calidez, esa seguridad, ese bienestar. Tú. De nuevo tú: el verde del bosque en tus ojos, el rojo de las frutas en tus labios, la belleza de las flores en tu rostro, la potencia de los animales en tu cuerpo. Tú. Eras mi ídolo, mi perfección, mi mundo, mi alma. Eras todo lo que llena mi corazón. Tú.

Casi desfallecí, lo que pareció asustarte. Te acercaste a mi oreja, plácidamente, y me susurraste:

-No quiero nada que no seas tú.

Y, por supuesto, esta vez sí que desfallecí.

dilluns, 3 de maig del 2010

Sí, es otra vez ese sentimiento. Todo tan negro, un punto blanco, y ni una senda que llegue hasta él. Un "voy a esperar" otro "todo acabará" y quizá un "no pasa nada". Ninguna esperanza que conduzca al centro de la salvación. Mil caminos, pero ninguno certero. Y otra vez esa fina cortina, ese velo de purpurina, esa emoción tan triste, esas ganas de llorar. Al igual que la felicidad, comienza en el corazón y se extiende por todo tu cuerpo. Congela tus huesos, relaja tus músculos y tranquiliza tu respiración. Hasta que ya no hay nada. Otra vez esa capa de penuria.

diumenge, 2 de maig del 2010

La despedida a la que aspiro y, una vez más, tu aliento sobre mi corazón.
Esto es lo correcto. Quiero verte sonreír. Quiero ayudarte. No pieras nunca tu alegría. Pero, ¿por qué las lágrimas no paran de salir? Quiero despedirme. Quiero huir, muy lejos de aquí. Y perderme, quizá, entre plantas y lluvia. Lejos del mundo, lejos de la humanidad, muy lejos de ti.

No sé.

No sé muy bien qué decir o qué hacer. Estoy aquí, de nuevo, intentando expresarme con estas palabras. Pensando en todo y en nada, en lo que quiero llegar a escribir, en las emperifolladas frases que colgar. No sé. Todo esto es muy confuso. Sé qué es lo correcto y sé, por supuesto, lo que no lo es. Pero, ¿por qué será que siempre lo más atractivo está mal? Es lo que quiero hacer. Quiero abandonarme al placer, vivir felizmente sin tomr en cuenta a los demás. Y tengo un único problema: no está bien. Lo sé perfectamente, claro. Pero aún así... Debo dejar todo esto. Debo dejar las falsas esperanzas, las mentiras, las alegrías, las penas. Debo dejarlo todo. Y creo que a ti también... Parece una rutura y, para empezar, tú no me perteneces. Me siento mal, muy mal. Esto... no sé.

Todo es tan confuso. Quisiera gritar, quisiera liberarme de las cadenas y salir a vivir. ¡Correr largo y tendido hasta que las piernas flaqueen! ¡Bañarme desnuda en los ríos, con los peces! ¡Vivir en medio del bosque, con los lobos, y aullas! ¡Aullarle al mundo que no le pertenezco a nadie! Pero aún no. No puedo. Y vuelve a ser tan confuso. Todo un mundo negro para una única luz que, resulta, está ocupada. Todo un mundo negro para una única persona que no lo quiere. Despreciable, sí, lo es. Despreciable, sí, quizá. Tan asqueroso sentimiento nacido de lo más puro. Más y más puro. Y aquí aún, perdida, todo tan confuso.