diumenge, 2 de maig del 2010

No sé.

No sé muy bien qué decir o qué hacer. Estoy aquí, de nuevo, intentando expresarme con estas palabras. Pensando en todo y en nada, en lo que quiero llegar a escribir, en las emperifolladas frases que colgar. No sé. Todo esto es muy confuso. Sé qué es lo correcto y sé, por supuesto, lo que no lo es. Pero, ¿por qué será que siempre lo más atractivo está mal? Es lo que quiero hacer. Quiero abandonarme al placer, vivir felizmente sin tomr en cuenta a los demás. Y tengo un único problema: no está bien. Lo sé perfectamente, claro. Pero aún así... Debo dejar todo esto. Debo dejar las falsas esperanzas, las mentiras, las alegrías, las penas. Debo dejarlo todo. Y creo que a ti también... Parece una rutura y, para empezar, tú no me perteneces. Me siento mal, muy mal. Esto... no sé.

Todo es tan confuso. Quisiera gritar, quisiera liberarme de las cadenas y salir a vivir. ¡Correr largo y tendido hasta que las piernas flaqueen! ¡Bañarme desnuda en los ríos, con los peces! ¡Vivir en medio del bosque, con los lobos, y aullas! ¡Aullarle al mundo que no le pertenezco a nadie! Pero aún no. No puedo. Y vuelve a ser tan confuso. Todo un mundo negro para una única luz que, resulta, está ocupada. Todo un mundo negro para una única persona que no lo quiere. Despreciable, sí, lo es. Despreciable, sí, quizá. Tan asqueroso sentimiento nacido de lo más puro. Más y más puro. Y aquí aún, perdida, todo tan confuso.

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