dijous, 31 de desembre del 2009

Detalles.

Tan importante como la vida misma son esas pequeñas cosas que nos alegran el día. Así como es normal ver el sol ponerse cada día, es un hecho que se agradece. De la misma forma que son esas mínimas cosas las que nos alegran, son las que menos mérito reciben. Contemplar un cuadro de un pintor famoso nos arranca un «¡Ooooooh!» muy impresionado; y escuchar nuestra canción favorita nos provoca unas irresistibles ganas de bailar, cantar y gritar. Son hechos, mínimos pero a mayor escala, que nos alegran. Pero a lo que yo quiero llegar son a esas cosas tan, tan, tan, tan (podríamos añadir un «TAAAAAAAAAAAAN») y tan pequeñas, que si un día faltan, tardaríamos en darnos cuenta. El mismo ejemplo que he dado al principio, el sol poniéndose (o amaneciendo). Si eso falta un día, la gente miraría extrañada a su alrededor "¿Qué pasa?". Si eso faltara más veces, quizá una semana, la degradación de la población ya sería visible. Que el sol desaparezca tras la espesura de la noche es un hecho que trae consigo muchas consecuencias. La primera, significa que es hora de descansar. Ese detalle, tan mínimo como dejar de tener luz durante unas horas, es lo que permite que el ciclo personal de la vida avance según lo que estamos acostumbrados. Aquí podríamos entrar en un debate de «¿Detalle o costumbre?». Pero esas discusiones se las dejo a los políticos y filósofos consumados.

Luego está la otra parte, la de los grandes hechos. Aquellos que son tan, tan, tan, tan (podríamos añadir un «TAAAAAAAAN») y tan grandes que si faltaran, tardaríamos en darnos cuenta. ¡Mentira podrida! ¿Qué preferís: un detalle o un gran hecho? Ciertos detalles nos alegran la vida, nos permiten el curso normal, nos facilitan las actividades, nos colman de comodidades, nos mantienen en nuestro estandarte de "normalidad"; pero ciertos grandes hechos son el motivo de hambre, pena, tristeza, guerra, pobreza, explotación, tratos inhumanos, desforestación, muerte, desolación, desesperación. Y tenemos lo mismo de siempre. El típico diálogo en el que situaremos una excéntrica persona, segura de sí misma por sus estúpidas teorías sobre el comportamiento humano y la persona de a pie, el ciudadano que hay en todos nosotros:

Excéntrico: ¿Qué piensa usted de la muerte por hambre y guerras en áfrica?
Ciudadano: Aquí no pasa.
Excéntrico: ¿Y no le preocupa?
Ciudadano: A mí no me va a pasar, ¿no? Pues ya está. Eso sucede a diario, no es noticia.
Excéntrico: Pero son personas, así como usted o yo.
Ciudadano: ¿Y qué más da? No so mis hijos, no es mi país, no es nada que me incumba.
Excéntrico: ¡Viva la ignorancia!

Seguramente, con ese último comentario se podría ganar algo más que la antipatía del ciudadano. En fin, guerras: ¿detalle o gran hecho? ¿La ignorancia está tan extendida? Hay, querido lector, me temo que yo soy aquel excéntrico seguro de sí mismo por mis estúpidas teorías sobre el comportamiento humano que, por si fuera poco, habla con la pantalla del ordenador. Pero si bien al ciudadano la guerra era un pequeño "detalle" que no incumbía en su vida, a mí me preocupa. ¿Por qué? ¡Son personas humanas!

Ciudadano: ¿Y qué si lo son? Nacieron allí, que se aguanten.
Excéntrico: [susurrando] Ya verás si te llega a pasar algo a ti...
Ciudadano: ¿Decía?
Excéntrico: Nada, nada. Siga con su fantástica vida apartada de toda enfermedad letal, guerras, hambrunas, y demás detalles que usted no tiene en cuenta.
Ciudadano: Mire que vamos a acabar mal...

Yo, como esa persona que elucubra teorías descabelladas por las cuales me hubiera quemado la iglesia, sucia y rastreramente, me quejo con todo derecho que opino que tengo, sobre ese ciudadano. ¡A la porra con las formalidades! ¡Que son personas, señores, P-E-R-S-O-N-A-S! No sólo eso, sino que empiezan a enfadarme tantos detalles y grandes hechos,sí señor. La próxima página de mi diario, la dedicaré a malgastar tinta sobre el comportamiento estúpido de los celos humanos. Y para la próxima, haré la carta a los reyes magos. Vamos a ver quién puede más: si la ignorancia o la bicicleta que me traerán mis papis.

diumenge, 27 de desembre del 2009

Entre la locura y el amor

Ni ellos saben qué pasó. Algo sucedió (¿Qué fue? ¿Qué fue?) y ahora la chiquita está triste. Que ya no sonríe la Luna, dice ella, que ya no sonríe el sol (Oooooh, ya no sonríe la pequeña). ¿Queréis saber la historia? (¡Queremos saberla! ¡Queremos saberla!). Es triste la historia de perder una sonrisa (Oooooh, ya no sonríe la menuda). ¿Y qué pasó? (¡Cuéntanos qué sucedió! ¡Cuéntanos qué sucedió!). Quizá sea alegre ver cómo vuelve a sonreír (Oooooh, vuelve a sonreír la chiquitina). Pero, ¿qué ocurrió? (¡Dinos, por favor,dinos!) Si os sentáis todos aquí, contaré la historia. Fueron penas y alegrías, mil sonrisas perdidas (Oooooh, ¿y ya acabó?). Claro que sí, ahora todo va bien.

La niña solía salir a jugar a la calle. Las flores olían en su pelo y el sol brillaba en sus ojos. El rocío de las frías mañanas caía por sus ojos en forma de tristeza. Las perlas podían intuirse en una sonrisa cálida. La luna colgaba en forma de pendientes de sus orejas. Las siete maravillas se juntaban en el sonido de su voz. ¿Y qué edad tenía esa chiquita? Era pequeña, pero madura. Salía de su casa pronto para ver a los demás. No estaba sola, tenía muchos amigos. Los pájaros cantaban con cada paso suyo y las plantas reverdecían con su aliento. Los conejos se acercaban para empaparse de sus manos y los perros acallaban sus ladridos para poder escuchar ese corazón joven. Los gatos miraban atentamente el parpadear de sus ojos. Cuando ella pasaba, el mundo se detenía. ¿Cómo lo sé? También me detenía yo.

Sus amigos la esperaban. El mayor la tomaba en brazos y le hacía cosquillas en la nariz. La niña se reía y su melodiosa voz volvía el aire dulce. Su compañera la saludaba y la niña devolvía el gesto con un arco iris de regalo. El ambiente era siempre maravilloso, sacado de cuentos prohibidos donde la magia servía para hacer volar a los caballos. (¿Pero qué pasó, qué pasó?) Si todo se terminó. (¿Y quién lo sabe?) Yo no. (¿La conocías, la conocías?) Claro que sí. (¿Por qué dejaste que todo pasara, por qué?) Las culpas de un hombre no siempre pueden evitarse (Ooooooooooh...)

divendres, 25 de desembre del 2009

Transición.

-Eres una niñata que, como no sabes hacer nada más, sólo buscas llamar la atención de la gente.
-¿Y tú qué sabrás de mi vida? He dicho que no quiero hablar -le espeté.
-Eres una malcriada y una infantiloide, yo sí quiero seguir hablando -me insistía él.
-Claro, pues yo no sé quién de los dos es más infantil ahora mismo, pero ya te he dicho que me da igual. ¿Cuál es la finalidad de esta conversación?
-Pues ahora no recuerdo -me dijo en tono irónico- ah, sí, abrirte los ojos -concluyó con una malévola sonrisa.
-¿Abrirme los ojos? ¿Para ver qué?
-Para que te des cuenta de que el mundo no es como tú lo ves. No es una mierda, ¿sabes? Hay muchas cosas bonitas que te estás perdiendo. Seguro que por cualquier tontería lanzas la toalla y dices "no puedo más". No tienes ni idea de cómo puede llegar a ser de cruel esta vida. Por eso mismo pienso que eres una niñata malcriada e infantil.
-Estoy bien -dije con sencillez.
-¿Cómo? -parecía que él no me había entendido.
-Que estoy bien, digo. Si quitamos los problemas que tengo en este momento, estoy genial.
-Sabes la solución a dichos problemas -dijo con voz pesarosa.
-Escúchame bien, podrás pensar que soy una estúpida, pero jamás les haría daño. A ella la quiero más que a mi vida. Nunca, tenlo presente, haré algo que pueda perjudicarla si tengo plena conciencia.
-Allá tú. Me voy, tengo asuntos que solucionar.
-Eres un imbécil.-la última frase que le dije.

Las siguientes dos horas las pasé meditando. Tristemente, aquel chico iba a acabar mal. Le quería mucho pero ella era mi prioridad. Aun a día de hoy, me cuesta recordar el nombre de aquella persona que se metió en mi vida a empujones, que me hizo llorar pero a quien, irremediablemente, llegué a amar. Cuando pienso en él, un torrente de emociones me baja por las mejillas. Nunca quise el final que tuvo y más sin poder despedirme. Aquellas dos horas fueron un verdadero infierno. Era consciente de que no volvería a hablar con él. Sentía ganas de correr en todas direcciones, de llorar, de morir, de vivir, de alejarme, de ir tras él... Estaba confusa, terriblemente perdida en una oscuridad insondable. Las emociones que más noté fueron "injusticia" y "culpabilidad". Ambas enfrontadas. Pensaba que eran injustas sus palabras pero, precisamente por éstas, me sentía culpable. Puede que si no nos hubiéramos llegado a conocer, ahora él mostraría su sonrisa. Pero, desgraciadamente, no volverá a sonreír. Nuestra última conversación fue dura, nos gritamos, pero ya no volverá a hacerlo. Dos horas después, su cuerpo yacía inerte sobre una camilla de hospital.

-¿Le conoces? -me preguntaba un oficial de policía. Yo me limitaba a mirarle, asentí casi imperceptiblemente, pero no aparté la vida del uniformado. No quería ver a mi amigo muerto. No quería ver su cara inexpresiva, sentir su cuerpo frío.
-Deja a la chica, es muy pequeña, debe ser un golpe muy duro para ella.-dijo otro policía, apareciendo desde una puerta trasera en la que yo no había reparado.- ¿Cuántos años tienes, chiquitita?
-Trece -susurré.
-Madre mía, pobrecita. Si quieres, puedes irte a casa. No te haremos más preguntas en unos días, descansa.-me concedió el primer policía, visiblemente apenado por mi corta edad y el traumático suceso.

Algún gesto mío, quizá una negación de la cabeza, debió indicarles que no pensaba marcharme. Simplemente, recogieron sus mochilas y me dejaron sola en la habitación. Decidí enfrentarme a la muerte. La visión era horrible. Todo su pálido cuerpo estaba cubierto de magulladuras. Tenía cardenales en el cuello, las muñecas, la cara. Sus labios estaban partidos. Si tenía los huesos rotos, los médicos lo habían disimulado. Agradecí esa dedicación. Lo que más me llamó la atención fue que no encontré un cuerpo inexpresivo; sonreía cálidamente y aquel gesto le llegaba a los ojos cerrados. Si no hubiese tenido todos esos golpes, pensaría que estaba durmiendo. Creía que me encontraría con un ser apenas reconocible, pero la imagen de mi amigo, pese a estar muerto, me reconfortó. Era él.

No pude despedirme y mis últimas palabras fueron "eres un imbécil". Bonita frase para no volver a ver a un compañero. Aun a día de hoy lloro su muerte. Tantas preguntas me hice. Crees que no puede sucederte nada malo hasta que te pasa. ¿Violaciones, muertes, atracos y secuestros? Son letanías lejanas. Eso no puede ocurrirte a ti. Hasta que un día algo cambia tu vida, debes madurar para afrontar los nuevos hechos. Las transiciones al mundo crudo nunca son agradables. Ahora agradezco la mía, puesto a que me he vuelto fuerte. La mayor comprensión que he hecho en mi corta vida fue la que la muerte me enseñó. "La existencia no es más que un suspiro entre dos madrugadas".

diumenge, 20 de desembre del 2009

¿Qué pesa más?

Sin fe, sin esperanza, sin miedo aunque sin vida. No tengo Dios al que rezar ni Demonio a quien pregar. Las existencias que me rodeaban se fueron marchando, dejando tras de sí un rastro de dolor. Las personas a las que tanto amé y por las que tanto me preocupé se evaporaron tras las lágrimas de sangre. Les chillé que regresaran, imploré de rodillas. ¿Alguien me escuchó? No estaba sola, pero, ¿ahora? Tantas veces me he preguntado lo mismo que mi cerebro empieza a cansarse. Las exhalaciones de mi corazón son cada vez más cortas y apagadas, hasta que ya no haya. Pronto todo quedará en calma y el brillo de mis ojos desaparecerá tras la oscuridad. Intenté evitar todo esto. Si me preguntaran ahora qué desearía haber evitado respondería "conoceros a todos". Fui la creadora de mi propia tumba, de acuerdo. Pero vosotros sois el motivo de mi muerte. ¿Qué me pide mi corazón? Que os odie. ¿Qué me pide mi cabeza? Que siga esperando. Y eso hago. Miro a mi alrededor, buscando esos rostros conocidos. ¿Dónde estoy? Creí que no volvería a sentir miedo, pero, ¿mamá, puedes oírme?

Quiero huir de todo esto. Ahora mismo, las ramas de la soledad me tienen bien agarrada. Desearía cortarlas y quemarlas. No quiero estar más sola pero, si consigo regresar, ¿podré ser feliz? Las lágrimas que bajan por mi mejilla me están indicando que sí. Entonces, ¿por qué este miedo en volver? Es lo que quiero. ¿Hay alguien buscándome? Creo que empiezo a volverme loca. Hay voces en mi cabeza que me susurran. Me dicen que no se lo cuente a nadie, que es nuestro secreto. Me asustan un poco, pero creo que quieren ayudarme. Les haré caso, ahora mismo es lo más cercano que tengo de compañía. Puede que en el fondo no sean tan malas, aunque susurran cosas horribles. ¿Les entrego mi alma? De momento esperaré.

Esto es fantástico. El dolor está desapareciendo tras una cortina de color incierto. Ya no me duele tanto, aunque siento que cada vez entiendo menos el mundo. Las voces se han apoderado totalmente de mi cabeza. Siguen susurrando palabras horribles, pero no me desagradan. Al final han comprado mi alma a cambio de su compañía. Me divierten, me abrazan, me besan, me tocan, me dan su caliez. A veces intentan matarme, he tenido que escapar unas cuantas veces. Pero por lo demás son muy dulces. No tengo que esperarlas. Se quedan aquí, mirando cuando duermo. Vigilan que no huya, porque quieren protegerme. Al fin he encontrado mi lugar.

¿Dónde estoy? ¡Esto no es mi mundo! Las voces se han adueñado completamente de mí. Ya no me abrazan, ya no me quieren. Sólo deseaban mi vida. ¡No querían darme su compañía! ¿Qué puedo hacer ahora? Ya no me quedan personas, todas huyeron diciendo que estaba loca. ¿Era una demente? ¿¡Dónde están mis queridas voces!? Ahora sólo veo humanos, gente a la que no conozco. Me hablan, se alejan, me vuelven a hablar, vuelven atrás. Preguntan cosas que no entiendo, se ponen a llorar. Alguno me riñe y yo le miro sin comprender. ¿Tienen compasión? ¡Me quieren matar! ¡Lo están intentando! Uno me ha clavado un puñal en la muñeca y... mi sangre. Había olvidado esta sensación tan llena, la plenitud de estar viva. Sí, esto me recuerda que estoy aún sobre el mundo. ¿Tenía seres queridos? Sí, sí los tenía. Para sentirme bien debo ver mi sangre. La tendré más a menudo.

Me he excedido. Voy a acabar con todo. Ni fe, ni esperanza, ni Dios, ni Demonio, ni familia, ni amigos, ni miedo ni vida. No queda nada. Ya no tengo más sangre que me recuerde mi existencia. Aquí me quedo, delante del espejo: con una mano sospesando mi corazón y con la otra sosteniendo un cuchillo. ¿Qué pesa más?

dissabte, 19 de desembre del 2009

Seasons.

Transmitir sensaciones nunca fue un trabajo fácil. Te sientas delante del ordenador o tomas lápiz y papel. Mentalmente, te formas una idea de lo que quieres escribir. Vomitas sobre la hoja todo lo que quieres decir. Haces frases que contienen palabras bonitas. Camuflas ideas con sentimientos. La gente lo lee y agrada. A veces se sorprende, otras sólo lo leen por condescendencia. De vez en cuando, uno de estos escritores engancha al público. Algo, su escritura o sus ideas, encanta. Comienza a ser buscado, pedido, reclamado. Sus obras agradan, quieren más. No les basta con un libro. Buscan reflexionar submergiéndose en las olas de palabras. Nadan entre las letras como si éstas pudieran apartarlos de la realidad. El escritor se plantea qué hace en el mundo. Si escribe y agrada... debería bastar.


-Usted escribe realmente bien. De verdad, no es por ser... ¿cómo lo llamó en el texto?
-Condescendiente.
-Exacto, pues no es por ser condesentiende. Me impresiona su forma de ver el mundo.
-Condescendiente.
-¿Perdone? Le dije que no quería parecerlo.
-Te has equivocado. Has dicho "condesentiende" y es "condescendiente".
-Ah, vale. Gracias.

Se fue. El chico parecía decepcionado con nuestra charla. Yo también lo estaba. ¿Cómo era posible que se equivocara en una palabra tan sencilla? Ni que le hiciera decir "supercalifragilísticoespialidoso", "otorrinolaringología" o "anticonstitucionalmente". Era una palabra sencilla, pero el chico no la había sabido decir. Genial, estoy rodeada de estúpidos. Juzgar los escritos para mí era duro. Apenas uno de cada diez pasaba la gran prueba que yo misma imponía. Me parecían ridículas mis ideas, propias de la juventut. Pero ver los demás, incapaces de decir "condescendencia" correctamente, me hacía que me planteara el mundo desde otras perspectivas.

A veces, me daba la sensación de querer desaparecer. Me encantaba la escritura pero... me superaba. Mis escritos eran valorados como si fueran tesoros. Plasmar mis ideas sobre un papel y saber que alguien iba a juzgarlas como si supiera mucho, no me gustaba nada. Siempre había compuesto versos y largos textos que impresionaban a mis profesores. Pero en cuanto sabía que alguien iba a valorarlos, disminuía el nivel. La presión me mataba. Ahora era famosa, por desgracia, alguien me convenció para que publicara una de mis obras. Maldita sea, ¿por qué le hice caso? Ah, claro, ya lo recuerdo: amo a esa persona. Mi mayor preocupación en estos tiempos era poder sacar otro libro y que la gente me dejara en paz. Recibía llamadas telefónicas de fans locos que me pedían mi "secreto". Ya, pues siempre me quedó una duda en esas conversaciones. ¿Tenía un "secreto"? ¿Para escribir bien hace falta eso? A mí no.

Mi corazón me dictaba las palabras que los dedos iban escribiendo. Toda la sencillez de las frases para los demás no era obvia. Transmitía sentimientos con letras. Hice que vivieran en un mundo antinatural e irreal. ¿Quién se iba a creer que una niña de once años podía viajar al mundo de las Maravillas? Pues bien que se creyeron a Carroll. Las imbecilidades subrealistas me daban rabia. ¡Coño, que esa niña nunca existió!

Y así, odiando a los de mi especie, me convertí en otro objeto de publicidad. Mi voluntad desapareció hasta verse corrompida por el dinero. Me entregué a la lascivia de los programas del corazón. ¿Y ahora qué? Venga, dime que me odias.

divendres, 18 de desembre del 2009

Corazones divididos.

No sabía si seguir amándole o pasar a odiarle. No sabía si tomar el camino fácil o el difícil. Si bien era cierto que me había decepcionado, aún me quedaba mucho amor tras esa cortina de amargura. Quizá me hubiera vuelto fría, calculadora, distante... pero todo lo que había querido dar residía en mi corazón. ¿Que no lo demostraba? Cierto. Los malos momentos habían mellado mi voluntad más de lo que creía. Aunque deseaba darle mi vida, entregárselo todo de nuevo, había algo que me lo impedía. ¿Cuántas veces me pregunté el qué? Muchísimas. Cada día, cuando la noche caía, mi alma descendía con la luz. El dolor regresaba con energías renovadas. Me estaba cansando, agotando.

-Sí, le odio. Quisiera ver cómo su sangre cae lentamente sobre mis manos... y escuchar sus gritos, melodía irresistible. Quiero que me pida clemencia.
-¡Estúpida! Le amas. Eso te pasa, que aun le quieres demasiado. Pero no te preocupes, querida, todo acabará.
-Cuando acabe para mí, también va a acabar para ti.
-¿Y qué? Con ver una sonrisa en su rostro seré feliz.
-Te destrozará...
-...Como ya lo ha hecho contigo, ¿verdad?
-Odiar es mucho mejor.

Mi corazón, dividido entre amar u odiar, se debatía a sí mismo. Las partes de mi ser que aun querían e idolatraban su imagen, iban muriendo. Las demás, las que odiaban y querían matarle, vivían peleándose entre sí. Quizá todo el esfuerzo hecho fuera en vano. Sólo esperé. Seguí esperando.

A pesar de que el tiempo pasó lento y fue duro de superar, ahora todo ha acabado. Por fin, el veneno corre por mis venas. Cuando llegue a mi corazón, éste dejará de latir. Al fin, después de tanto sufrimiento, conseguiré mi merecido descanso.

dimecres, 16 de desembre del 2009

Recuerdos.

Shanks permanecía sentado en la orilla del río. Escrutaba la superficie del agua como si ella pudiera darle las respuestas a todas sus preguntas. Las estrellas no brillaban, pues los copos de nieve junto con sus madres nubes cubrían el cielo. A pesar de hacer tanto frío, la hierba se mantenía verde y viva. Las flores todavía representaban l principal colorido del campo. En realidad no era invierno, ni siquiera había aún llegado el otoño. El motivo de las bajas temperaturas y el cielo nublado residía en la mente del pelirrojo. Fríos eran sus pensamientos, frío su estado de ánimo y fría su aura y su entorno. La tripulación descansaba un poco alejada del capitán. No era que le temieran o que no quisieran acercarse a brindarle su calor, sino que sabían cuándo debían estar con él y cuándo dejarle en paz.

Shanks recordaba eras pasadas, pensando en lo que aún queda por vivir. Echaba de menos mucha gente, quizá no tanta, pero la vida de pirata es así de dura. Aunque quisiera, no podría regresar. Rescataba pequeños retales de recuerdos y los analizaba con calma. Miraba al cielo y le venían a la mente otros tantos. Observaba el río y recordaba sueños inalcanzables. Sin lazos, sin amor o sin casa. Con sueños, con miedo o con valentía. En peligro, en riesgo, en libertad, en decadencia...

Días duros se avecinaban. Los recuerdos de un niño que se quedó en un pueblo pequeño, años atrás, atormentaba unos remordimientos casi olvidados.

Mentiras y medias verdades.

-¡Eres un mentiroso! -le chillé, incapaz de contener toda la rabia que sentía
-Cariño, no tienes ni idea.- bajó la cabeza en señal de desaprobación.
-¿Yo? ¿Que yo no tengo ni idea? ¡Y no me llames cariño! ¡No soy nadie para ti!
-¿Quieres calmarte? Este altercado es innecesario. Piensa bien antes de decir las cosas. Siéntate, respira hondo y hablemos con calma, por favor.
-Cierto, no tengo ni idea. Pero te lo agradezco, me has abierto los ojos. Acabas de descubrirme cuán daño me has hecho hasta ahora. ¿Y todo ese amor? ¡Fueron mentiras! Voy a advertirte, seriamente, y no menosprecies mi amenaza. Desaparece de aquí -siseé- y no quiero volver a verte nunca. ¿Me has oído bien? ¡Nunca!
-Eres una estúpida. He hecho mucho más por ti que cualquier persona de tu alrededor. Estás ciega de estupidez. ¿Quién ha sido esta vez? ¡Venga! ¡Dímelo, puta! Dime quién cojones ha vuelto a meterte ideas extrañas en la cabeza. ¿Has hablado con tu madre? -me dijo levantando la voz y perdiendo los nervios.
-¡Cállate! ¡¡VETE!!

Miré horrorizada cómo se acercaba a mí con la cara roja de impotencia. Me miró como si pudiera matarme sólo con los ojos. Las lágrimas me caían mejillas abajo, como dos ríos descontrolados. Mi templanza se había evaporado delante de la imagen del diablo. Eso pensé que sería: el demonio. Había soportado todo cuanto podía de él. Engaños, sucias mentiras y medias verdades.

-Eres una furcia. Jamás comprenderás todo el bien que hice por ti. Nunca podrás agradecérmelo suficiente .- Enfatizó sus últimas palabras con la bofetada que recibí.

Mis padres no me habían dado una enseñanza dura en que los castigos resultaban físicos. Siempre habían tratado los errores como posibles mejoras y, sobre todo, siempre hablando. El golpe me dejó aturdida. El chico a quien amé estaba destruyendo mi mundo y todos los cánones que conocía de "normalidad". Para mi suerte, después de la agresión se marchó. Me dejó llorando en el suelo, desconsolada, aferrándome a la vida.

Pasé horas sin conseguir moverme. La mejilla derecha, donde él me golpeó, me ardía. Sentía cómo se descomponía mi corazón. Primero, caía hacia una oscuridad insondable. El mundo desaparecía, borroso, entre mis lágrimas. Luego, el impacto con la realidad me destrozaba la cabeza. Notaba cómo mi corazón se deshacía en menudas piezas. Mis sentimientos, resquebrajados por la confianza rota, se esparcían buscando un lugar donde morir. Mi pensamiento intentaba desconectarse, haciendo que olvidara cómo respirar o cómo seguir con vida. Sin darme cuenta, acabé completamente tumbada. El frío del suelo consiguió que una parte de mí se tranquilizara y llegué a dormitar. Soñé cosas extrañas y confusas: mezclando el dolor que me casuó el chico a quien amé y la dulzura de estar entre sus brazos. Una parte de mí todavía se aferraba a la calidez de su sonrisa.

Cuando desperté, cerca de la medianoche, me encontraba totalmente desorientada. El tiempo pasaba lentamente, con el cadencioso tic tac de mi reloj de pulsera. Cerré y abrí varias veces los ojos hasta que me di cuenta de dónde dormía. Había caído sobre el suelo del recibidor y allí yacía todavía. Sentía todo el cuerpo magullado y pesado. A esa hora, cuando el campanario de la calle anunciaba el apogeo de la noche, descubrí el mundo de mentiras en el que había estado viviendo.

"Te amo. Mi amor, nunca te haré daño. ¡Cariño, eres importante para mí! Mi dulce bombón. Eres tan dulce que te comería entera. Eres la guindilla de mi tarta. Si yo soy tu chocolate, ¿tú eres la boca que va a comerme?" . Tantas palabras bonitas me dedicó. No me atrevería a decir que todas eran mentira. Quizá, por remota que pareciera la posibilidad, alguna vez me quiso realmente. Medias verdades, cubiertas por el más dulce de los postres. Mentiras escondidas tras el azúcar de sus caricias. No tuve yo la culpa, ¿no?

divendres, 11 de desembre del 2009

De nuevo bajo la tumba.

Te esforzaste por ganar un sitio entre ellos. Hiciste tu hueco, con tiempo y dedicación. Con mucha paciencia, excavaste entre las duras rocas de su indiferencia y te instalaste en sus corazones. Lo diste todo por aquellas personas. Las querías, las quieres, las querrás. Reíste con ellas, lloraste por ellas. Ahora están y no están. Todo te pesa demasiado. Sientes cómo la sombra de tu tumba se te echa encima. Intentas llorar, pero las lágrimas se convirtieron en barro. Intentas respirar, pero ya has gastado todo el aire. Intentas gritar, pero no hay nadie que pueda escucharte. ¿Entonces qué puedes hacer?

Te creaste una coraza para protegerte de todo y de todos. Te recubriste de capas y capas de indiferencia ante el dolor. Apaciguaste tu desesperado corazón. Te las arreglaste sólo. Ahora la coraza te está pesando. Las capas ya son demasiado gruesas como para soportar su importancia. Cae sobre tus hombros como el acero de las armaduras. Piensas que ya es suficiente pero estás demasiado aislado. Se te han acabado la paciencia y la fuerza necesarias para continuar con todo esto. Cada vez es más difícil sonreír. Todos te hablan, te acarician, te besan, te adoran. Todo el mundo centra su atención en ti, cada vez más menudo, más desmejorado. Alguien intenta ayudarte, pero apenas ves su rostro entre la borrosidad de tu visión. ¿Has acabado de darte pena ya?

Es injusto, injusto e injusto de nuevo. No hay ni una puta persona que no se ocupe antes de su felicidad que de los demás. Esto recae en ti y en los que son como tú. Escucha un consejo, querido, hártate de una vez. Explota y libérate, porque cada vez será más duro. Vive un poco, que no es tan difícil.

dimecres, 9 de desembre del 2009

A cinco pasos de la muerte.

Me mantienen encerrado. Quieren que me altere, que tome miedo y conciencia a partes iguales. Quieren indicarme que son superiores y por eso han podido meterme en este pútrido lugar. Todo está oscuro, pero puedo ver perfectamente los encantadores muebles que forman parte de mi estancia. Una silla. Una maldita silla en toda la celda, eso hay. Las paredes son grises, mugrientas, están húmedas y desprenden un hedor vomitivo. El suelo, antaño debió ser del mismo color gris, ahora muestra un color negro pardo. ¿Qué es eso que hay allí? Ah, qué asco, son un par de ratas junto a mis heces. Malditos carroñeros. Sigo encerrado, como un gato, como esas ratas, pero al menos ellas tienen una vía de escape.

El clero ha ido demasiado lejos esta vez. ¿Cuántas cosas van a tomar más? Tengo miedo, consiguen que la intranquilidad se filtre entre mis huesos. Las cadenas crujen y chirrían con el vaivén de mi respiración. Ñiiiic, crec, ñiiiiic, crec. Maldito sonido enfermizo. Cierro los ojos, porque la visión de la solitaria silla no me calma. Pienso en mis páramos, en mi hogar, mi tierra. Una punzada de añoranza me cruza el pecho. Mi madre, mis hermanos, mi mujer. ¿Estarán todos bien? Sólo me cogieron a mí. Como si hubiera sucedido ayer, recuerdo sus caras de pánico, la desolación grabada en aquellos ojos suplicantes, hambrientos, desolados. El llanto de una madre perdiendo a su hijo. La furia de unos hermanos incapaces de proteger a su familia. El dolor de una mujer sintiendo cómo su hombre está a cinco pasos de la muerte. Maldito Dios inexistente. Abro los ojos de golpe y vuelvo a encontrarme con lo más dulce que me han servido hasta ahora: la soledad.

Anoche soñé con ellos. Con mi familia, pero no en su desolación, sino en su felicidad. Íbamos todos juntos a recolectar frutos, mientras Padre cazaba. Ah, sí, Padre. Le recuerdo vagamente. Supongo que él murió por mi misma causa. Nos matan como moscas. Recuerdo esa hierba fresca, verde, mullida. Los amplios montes nevados y los largos inviernos superados eran la prueba de nuestra fortaleza. Puedo notar todavía el jugo de las moras, el néctar de las flores o la carne tierna de oveja. Todavía recuerdo el olor de la felicidad.

Oigo ruídos delante de mí y me veo obligado a abrir los ojos de nuevo. De golpe, dos antorchas iluminan mi celda y el pasillo que me conducirá a la libertad o a la muerte; probablemente a la segunda. Ahora puedo comprobar que estaba equivocado, las ratas no estaban al lado de mis heces, sino de una calavera humana. Qué suerte tuvo de morir aquí. Miro al frente y veo un sacerdote gordo y sudoroso venir hacia mí. Blasfemaría si pudiera abrir la boca. Ahora yazco paralizado de asco delante la visión de un "servidor de Dios".

-Hijo mío, ya sabes por qué estás aquí, ¿no? -se dirije el sacerdote a mí.

No le respondo. No quiero ni mirarle a los ojos. No quiero ver esa cara rechoncha porque cada día tiene algo que llevarse a la boca. No quiero ver el cuerpo que no cabe en mi campo de visión porque no ha tenido nunca que llevar a cabo un trabajo duro. No quiero que me venga con sus rollos de Dios y el perdón divino. No quiero más mentiras e hipocresía que todas las que llevo aguantando.

-Dejadme entrar, no me pasará nada .-dice autoritariamente. Acto seguido, uno de los dos guardias que le acompañaban abre mi celda y el sacerdote entra. El guardia cierra de nuevo a sus espaldas, con lo que se gana una mirada de desaprobación por parte del servidor de Dios.
-Fuera -susurro.
-Es mi deber que confieses tus pecados, hijos. Haré que Dios te vuelva a acoger en sus brazos pues ahora no eres más que un diablo sucio y empequeñecido. Colabora y aliviaré tu sufrimiento.
-Fuera -repito, cada vez más fuera de mí.
-Vamos hijo, confiesa. ¿Cuál ha sido tu pecado? ¿Eres, pues, como dicen, un hereje?
-Mi... ¿mi mayor pecado? ¿Vos, padre, me pedís por mi mayor pecado? -una risa demente convulsiona mi cuerpo y hace que termine revolcándome en el suelo, entre soplidos, intentando respirar.
-Tu conducta me decepciona, te estoy dando la oportunidad de ser absuelto.
-Mi mayor pecado, padre -comienzo, recuperando mi postura inicial en un ademán de conservar la escasa dignidad que me queda-, el más grande que jamás cualquier humano cometió, fue el de creer en Dios.
-¿Cómo? -comienza a interrumpirme el sacerdote, horrorizado por mis palabras.
-Cállese, ¿no quería absolverme de mis pecados? ¡Mi mayor error fue creer en un Dios justo! ¡Creí en él, asistí a la Iglesia, hubiera dado mi vida por esta causa! ¿Dónde está ese Dios? ¿!Dónde vive si no está aquí para liberarme de vuestro abuso de poder!? La Iglesia es la peor plaga que jamás la tierra haya visto. Ni ratas, ni perros callejeros, ni enfermedades, ni diablos.. ¡La Iglesia es la peor plaga! Decidme, padre, cuántas veces rezáis al día. ¡Vos no tenéis fe en nada!
-Silencio. Que Dios se apiade de ti si lo ve conveniente. Tan sólo veo en tus palabras la frustración del mal. Quieres corromper mi corazón, pero mi espíritu es mucho más fuerte.

El sacerdote abandona la sala y vuelven a dejarme solo. Pienso en mi discurso. Realmente nunca me puse a pensar como ahora, cuando estoy tan cerca de la muerte. No pensé que mi vida serviría de algo. ¿Campesino? ¡Revolucionario! Me han llamado hereje, han faltado a mi honor y al de mi familia. Pienso mantener la cabeza bien alta, mirando a todos como lo que son: gusanos. ¿Dios piadoso? Maldita divinidad inmisericorde.

Dos noches después cae la sentencia fatal sobre mis hombros. Al mediodía, hora punta, cuando el primer rayo de sol choque contra las campanas de la Iglesia, mi cabeza rodará por el patíbulo. Así se ha decidio, para "darme una bonita lección" de la casa de Dios. Me tiene harto ese nombre. Tanto oírlo me va a producir vómitos. Esperaré pacientemente la hora en que mi corazón deje de latir y el odio de mis venas se disuelva con mi último suspiro. Contemplaré la muchedumbre sedienta de sangre, gritando blasfemas peores de las que yo pensé. Rogaré para que no quemen mi cuerpo y pueda volver de entre los muertos para convertir su vida en pesadilla.

-Es la hora .-diciendo esto los guardias me sacan de mi celda. Bueno, si miramos el lado positivo, ya no tengo que preocuparme más por aguantar la respiración y no contaminarme de ese aire viciado, seco, maloliente. Camino hacia la luz que en otra ocasión hubiera considerado milagrosa. Sin embargo, ahora hace que me lloren los ojos y note un quemazón muy intenso sobre mi piel. Maldita luz sirvienta de Dios, ni tan siquiera ella quiere ayudarme.

Los guardias no dejan que mantenga mi paso solemne y majestuoso que había imaginado dentro de la jaula. Me empujan con el puño de las espadas y aligero el paso entre trompicones. Al menos el patíbulo sí es como pensaba: un altar de madera. Allí es donde yo posaré mi cabeza y los guardias que están a mi espalda me la cortarán gustosamente. Delante del altar se extiende todo el pueblo y justo detrás, los aposentos del Rey y el sacerdote que vino a visitarme. Oh, me alaba que tan distinguidos señores posen sus reales y divinos culos delante de mí. Quizá debería haber ensayado una reverencia para la ocasión.

Llego a mi destino final, con cinco pasos estaré muerto. El público grita para deshonrar todavía más mi nombre y se ensaña con mi familia. Qué raro, si yo no conozco ninguno de ellos, ¿cómo conocen ellos mi familia? Los guardias me obligan a sentarme, manteniendo la cabeza un poco más baja que mis hombros, formando así una curva con mi espalda. Genial, ahora ya incluso me humillan con mi postura. Retroceden y se mantienen a una distancia prudencial de mí. Veo cómo el sacerdote se levanta, en la lejanía, y conjura en latín a dios:
-Pater Noster, qui es in caelis,
sanctificétur nomen Tuum,
adveniat Regnum Tuum,
fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.

Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie,
et dimitte nobis débita nostra,
sicut et nos dimittímus debitóribus nostris;
et ne nos indúcas in tentationem,
sed libera nos a malo.

Amén.

Mi estimado público recibe la oración con un gran y esplendoroso "AMÉN" y los guardias asienten. Comienza la cuenta atrás.
Dan un paso mientras yo hincho mi pecho.
1...
2...
3...
4...

-¡Dios es una mentira! ¡La Iglesia es una plaga! ¡Jamás os salvaréis de su ira!

El quinto paso es precipitado y, mientras mi cabeza rueda por el patíbulo y todavía soy consciente unos últimos segundos, veo cómo la gente, aturdida por mi mensaje, chilla y corre en todas direcciones.
Y lo mejor de todo, veo la cara de desorientación del sacerdote. Maravilloso. Por fin existe un Dios.

dilluns, 7 de desembre del 2009

Fama.

¿Crees que eres superior? No, ni tan siquiera piensas que seas alguien importante. Existes. Es todo cuanto haces. Te limitas a crear aquello que mejor puedes hacer. Compones música, vídeos, hablas, escribes, cantas, vives. Haces lo que te gusta, lo que sabes hacer, lo que quieres y lo que amas. La gente te admira por ello. Ve en ti una persona a la que poder seguir, alguien a quien emular. Se convierten en tu sombra. Comienzas poco a poco a ver el mundo. Conoces a alguien, éste habla con otra persona, que a su vez habla con otras y la cadena sigue, multiplicándose cada vez. Las ramas del árbol crecen hasta ser un bosque. Pronto tienes mil personas detrás, suplicándote, amándote, admirándote, apreciándote. Es hipocresía muy sincera. Realmente no les importa tu persona (eso sólo lo miran unos cuantos) sino lo que muestras. No les interesas como ser humano, sino el producto que das al mercado. Sigues tu vida como hasta entonces. Sigues vendiendo tus productos, cantando, disfrutando de tu quehacer; pero en el fondo sabes que has cambiado. Ahora ya no haces el producto sólo para ti, para tu satisfacción y la de unos pocos; a partir de ahora, tu producto será juzgado por una multitu hambrienta de fans. Sí, fans. Ahora eres famoso, tienes fans. ¿Te das cuenta de lo que significa?


Al principio ni le hiciste caso, era otra persona. Ni pensaste que un día llegara a algo importante. Existía. Se limitaba a hacer lo que le gustaba, cantar, vivir, escribir, componer. Comenzó poco a poco, exponiendo sus productos. Gustaron, claro, encantaron. Primero habló una persona a otra, ésta comunicó con dos más, que a su vez, dijeron a otras. La cadena se sucedió hasta que las ramas del árbol formaron un bosque. Ahora tiene mil personas tras de sí, evaluándole continuamente. Le admiran, le quieren, le aman, le aprecian, le suplican. Son hipócritas, pero sinceros. No le quieren por lo que es, sino por el producto que vende (aunque no todos son así). Son miles de vidas que en algún momento, le dedican un poco de tiempo a esa persona. Se han convertido en su sombra. Tú también le sigues, claro. Esa persona te atrae y la admiras sinceramente, no por todo lo que hace, sino por lo que es. Le conoces como conoces a un amigo. Sabes casi todo de él: te has dedicado a observarle. Lamentablemente, desde tu condición de fan, él no te conoce. Hay tantas personas como tú. Y una vez más, estás en medio de la multitud sin destacar. ¿Te das cuenta de lo que significa?



-Gia, quieras o no, eres famoso. Así que ya sabes, te lo dedico. Te quiero.

dissabte, 5 de desembre del 2009

Injusticia.

Pensando, única y exclusivamente, que el mundo es injusto. Porque tú no decidiste ir a bancarrota, porque no quisiste que tu mujer te dejara y que uno de tus hijos muriera en un accidente de tráfico. No decidiste ninguna de las tragedias que te han sucedido. Sin embargo, ahora notas el impacto del suelo contra tu cuerpo. Eso sí lo decidiste tú.

dimecres, 2 de desembre del 2009

Utopías.

-Utopías, eso mismo. ¿Qué son?

-Las utopías son sueños, creencias, pensamientos. Deseos de algo mejor, de un día de mañana más bueno, pero, ¿se cumplirán? Las utopías están destinadas a no cumplirse. Eliminar las guerras, erradicar el hambre en el mundo, política justa, basta a la hipocresía... todo eso son utopías. ¿Cómo vas a enseñarle a un perro a no morder si es para protegerse? ¿Cómo le dirías a un león que no matara si se alimenta de ello? ¿Cómo decirle a un lobo que no persiga si así vive? Si no puedes, ¿cómo le dirás a una persona que no sea egoísta si lo hace por su bien? Las utopías están destinadas a ser fallidas. Intenta cambiar el mundo desde cero. Quita la hipocresía, quita los políticos, haz de ellos gente humilde. ¿Podrías? No. Es una utopía.

-¿Y la vida?

-Apreciar las utopías es bueno, siempre es bueno creer en algo que puede que nunca llegue a suceder. Eso mismo son los sueños, ilusiones. Que jamás te rompan tus deseos. Cuando el mundo se va y todo lo que ves en la vida es negro, lo único que te puede mantener vivo es el sueño de un día mejor. Sin eso los humanos seríamos simples cachos de carne.

-¿Amor?

-Puede que no confíes en mí, puede que confíes demasiado. Puede que debas confiar más en mí, puede que no debas confiar tanto en mí. Ver a tu ser querido llorando es una de las peores torturas que te pueden inflingir. Deseas morir, darle tu vida y tu felicidad a esa persona. Deseas matar a todo aquel que fue capaz de quitarle su sonrisa. Cuando te sientes solo y ves que no puedes mal, compruebas que la vida es siempre como dicen "Rosa pero ocultando el color". Buscas en los libros y encuentras siempre la misma historia repetida, siempre el superarse a sí mismo para obtener un final feliz... pero la vida no es un libro. Cuando sientes todo ese dolor, no es nada comparado con el pesar de ver a tu amado triste.

-¿Más que amor?

-Me dirijo a ti. ¿Cuánto dolor habrás acumulado? ¿Cuántas utopías intentaste cumplir y se quedaron en fallidas? Verte llorar es el peor pesar que jamás sentí. Puedo dedicarte tantas palabras, "te quiero, te amo, mi amor, no llores, todo irá bien, mañana será otro día...". Sé que nada de eso te calmará. No sé qué te ocurre ni espero que me lo cuentes. Te quiero. Cuando todo vaya mal, yo estaré allí para tomarte de la mano. Eres la luz de mis ojos, sólo que ahora estás eclipsada por algo peor. Quizá yo perdí mis alas durante la batalla, pero puedo seguir andando. Cuando sientas que ya no puedas más, vendré a tu lado y caminaré a ciegas contigo. Nunca más volverás a estar solo. ¿Más que amor? Al menos no puedes mentirme.

-¿Utopías? Sí, utopías.

-Mil sueños sin cumplirse. Quizá. Borra mis palabras si no quieres verlas. Pero no olvides jamás mis deseos. Eres como la marca de un hierro candente. Jamás olvidaré tu huella. No me borres de tu vida. Te quiero mucho.

dilluns, 30 de novembre del 2009

Amor peligroso.

Nunca supe ver el mal que me hacía. Era un encanto peor que el de los abismos: peligroso, pero atractivo. Era como una droga, me mataba por dentro pero me mantenía tercamente atada. Aunque hubiera querido huir de ello, no habría podido. Colmaba su amenaza de palabras dulces; como quien te dice "Mi amor, no te haré daño" sosteniendo un cuchillo. No supe ver el arma, me perdía en la inmensidad del "mi amor".

Llenó mi cuerpo de caricias; mis vestidos, de flores; mis labios, de besos; mi lengua, de placeres; mi cabeza, de su ser; mi conciencia, de amor; mi sensatez, de estupidez; mi intuición, de cegueza. Todo mi mundo era suyo. Fue todo, fui nada; fui amor, fue odio.

Fui su llave, él mi candado. Fui su alma, él mi cuerpo. Fui su lecho de amor, él mi tumba. Fui sus besos, él mis mordiscos. Fui su tesoro, él mi dragón. Fui su prisionera, él mi caballero. Le di todo, él lo tomó. Le deseé, él me mató.


-"La gente no muere por fantasmas, cariño. La gente muere de estupidez"

dissabte, 28 de novembre del 2009

Hojas.

http://www.youtube.com/watch?v=sKc6vVRfCh0

Cae la hoja, meciéndose despacio. Que nunca llegó al suelo, que nunca descansó , pero nunca murió...

divendres, 27 de novembre del 2009

Inocencia.

-Hermanita, hice algo terrible. Siempre habría creído que yo era una buena chica, pero divertirme a costa de los demás me encanta. Siento un gran placer cuando daño a mis amigos, si es que puedo llamarles así. Me encanta cuando les veo llorar, pidiéndome que pare de hacerles daño. Pero eso no es nada comparado con el abismo que siento cuando me están haciendo daño a mí. Siento placer y a la vez rencor. Es un dolor infinito, un deseo lascivo. Siento que debo devolverles todo el daño que me están causando pero a la vez me encanta ese sentimiento de tristeza, agonía absoluta.
-Mi pequeña y dulce hermana. Mi inocencia personificada, mi dulce bombón... ya no eres una niña pequeña. ¿Cuántos años cumpliste? ¿14? Entonces pronto vas a casarte... Has crecido tan deprisa, la pureza que creí que no te abandonaría nunca ya lo hizo. Naciste con una estrella, créeme, no dejes que el deseo te consuma. Mírame, a tu hermana mayor, tu mayor obstáculo y a quien más admiras. He perdido todo tras el mismo deseo que ahora amenaza con comerte a ti. Voy a contarte algo, un secreto, una leyenda muy antigua, un deseo, un secreto, un tesoro. Guárdalo en tu corazón, recuérdalo siempre, porque el dolor ageno muchas veces previene del propio. Piensa en ello, hermanita mía, piensa en ello.

dilluns, 23 de novembre del 2009

No más.

-¿No habrá más "te quiero"?
-No, lo siento, todo eso ha acabado.
-Entonces, ¿No vendrás por las noches a arroparme y me darás un beso en la frente como si fuera una niña pequeña? ¿Perderé mi existencia, sabré quien soy aunque me dejes? ¿Voy a quedarme sola? ¿Ya no habrá todo ese amor, ese cariño, esas caricias y esos besos? ¿No vas a volver nunca a dedicarme un texto cariñoso y terminaro con un gesto dulce y amable?
-No, todo eso se quedó atrás. No va a volver, olvídate de ello.

Quien no quiere perder su belleza.

Te miras en el espejo, pintas tus labios y valoras tu imagen. ¿Para qué? Quieres ser esa rosa bella, floreciente, joven. Quieres ser ésa de los pétalos más rojos, el centro más amarillo, las hojas más brillantes, el tallo más fuerte, las espinas más punzantes. Quieres todos tus lados: el atractivo, el dulce, el que llama la atención, el fuerte, el peligroso. Te amas pero te odias, porque amaste esa imagen que tanto agradaba a los demás, pero odias el aspecto que tienes ahora. Quieres siempre más, continuamente buscando otra fuente que te proporcione diversión, adrenalina, que quite tu cansancio y te haga joven.

Te inspeccionas la cara: ojeras, patas de gallo, arrugas en las mejillas, los labios caídos, ojos hundidos, frente ceñuda. En fin: cara de cansancio. Estás cansada por todos los golpes que te ha dado la vida, por todas las veces que has perdido y te has vuelto a levantar para ganar. Pero, seamos sinceros, estás cansada porque has vivido demasiado. ¿Y qué te queda ahora? Si ya has perdido la belleza que consideras tan importante, ¿por qué no dedicarte más a los que te quieren?

Miras tu cuerpo: senos caídos, tripa cervecera, pellejo que sobra, piel arrugada. Hasta tu pelo, blanco canudo, te indica que esto ya es demasiado. Bien, veamos qué puedes hacer: te puedes teñir (es económico), te puedes operar quirúrgicamente (no es tan económico, pero por la belleza todo, ¿no?) y quizás si te vistes mejor (oh, siempre es una buena opción y un buen motivo para gastar mucho dinero)... Bueno, vale, mejor vamos a dejarlo.

Te das un último repaso en los labios, te quitas el borde de pintura que no debería manchar tu piel. Abres y cierras varias veces los párpados intentando saber si ese reflejo de ti es una mentira. Acéptalo, te has vuelto vieja.

dijous, 19 de novembre del 2009

Disparo.

-Me has decepcionado terriblemente.
-¿Cómo? ¿Yo... te he decepcionado?
-Nunca imaginé que serías capaz de hacer algo semejante.
-¿Algo? ¿Cómo qué?
-Sobran las palabras.

Efectivamente, pues fueron las últimas que escuché.

dimecres, 18 de novembre del 2009

Así es.

Acaricio a mi gato lentamente. Me tiene miedo: le infundo respeto. No quiero hacerle daño, sólo tenerle en posesión de mis deseos. Le paso la mano por su lomo y se estremece ante el contacto tan directo de ambas pieles. No me quiere, pero está demasiado atado a mí. Quiere irse, está nervioso, pero no puede moverse. Ha quedado hechizado por mi poder, por mi sugestión. Ya no se irá. Tiene miedo, mucho miedo. Huiría a la mínima oportunidad. Le paso la mano por la cabeza y él baja las orejas y cierra los ojos demostrando su temor. No va a irse, lo sé. Disfruto teniéndolo entre mis manos, haciéndole lo que quiera y que él tan solo sea capaz de gruñir un ronroneo apagado. Aprieta los ojos y mueve los musculos con inquietud, pero sigue bajo mi control. Ya no huirás, mi pequeño.

Acaricio tu pelo y noto cómo un escalofrío te recorre. Me tienes miedo: te infundo respeto. No quiero hacerte daño y eso es lo que más te une a mí. Saber que podría destrozarte y jugar contigo pero que sin embargo no quiero hacerlo, te ata más a mí. Me encanta tenerte en posesión de mis deseos. Te acaricio la espalda y vuelves a estremecerte ante el contacto tan directo de ambas personas. No me quieres, pero estás demasiado atado a mí. ¿Querrías irte? Estás muy nervioso, pero no puedes moverte. Has quedado hechizado por mi poder, mi sugestión. Ya no vas a irte. Te acaricio la cabeza y cierras los ojos, en mezcla de temor y placer. Así que ya no huirás... Disfruto teniéndote entre mis manos, haciéndote lo que quiero y que tú tan sólo puedas enamorarte cada vez más de mí. Aprietas los ojos y te mueves con nerviosismo, pero sigues bajo mi control. Vaya pequeño, ya no vas a irte...

dimecres, 11 de novembre del 2009

Pensamientos mojados.

Paso largas horas bajo la lluvia pensando en que quizás esta no soy yo. Pensando en que quizás mi alma está encerrada en un cuerpo equivocado, que hay otra chica con mi aspecto. Estoy largas horas bajo el agua humedeciendo mi piel, marcando mis curvas, erizándome el vello de los brazos. Cierro los ojos, intentando buscar a esa otra persona con mi cuerpo y mi alma vuela, fuera de esta prisión equivocada. Pienso en si quizás tú la amarás a ella, a esa otra. Esa chica que no te merece, esa humana que es una impostora. Imagino si serás feliz, si te veré sonreír, si vivirás en su vida y llegarías a vivir en la mía. Un escalofrío recorre lentamente mi espalda, desde la nuca hasta la zona lumbar. Me estremezco, aprieto los párpados con más fuerza y muevo mis labios sin articular palabra.

Me siento en el suelo, manteniendo tu imagen en mi mente. Pienso muy lejos de esta multitud tan extraña. Rodeada de gente, tan pocas personas. Veo tantos rostros a diario, oigo tantas palabras y siento tantas caricias sobre mi piel. Tan sólo quiero oírte a ti. Imagino tus labios, besándome sólo a mí; tu boca, habándome sólo a mí; tus manos, tocándome sólo a mí; tus oídos, escuchándome sólo a mí; tu vida, existiendo sólo para mí. Me tumbo sobre la mullida hierba y el suelo empapado.

De nuevo, como cada vez, las mentiras que mi mente me muestra han vuelto a tirarme al suelo.

Demasiado en mi mundo.

Demasiadas veces paso pensando en m propio mundo, sin ver a mi alrededor como parte fundamental de mi vida. Siempre estando en un mismo espacio, pensando en mis cosas, moviéndome en mis calles, amando a mis sentimientos. Siempre en un único lugar, alejado de la gente. Pocas veces doy a conocerme, muestro mi rostro y me quito la máscara. Saber quién soy nunca fue mi obligación. Tan solo quiero estar aquí, una vez más, descansando sobre tu regazo, soñando en mi mundo.

Los demás creen que soy ausente, poco receptiva y menos cariñosa. Yo creo que ellos son demasiado curiosos, insoportables e idiotas. ¿Tienes que decir te quiero para saber que amas? Nunca es suficiente, no en el mundo de los demás. Yo vivo en el mío, en mi propio mundo. A veces demasiado distante, demasiado en mí, demasiado sin los demás. Vivo siendo egoísta y no me arepiento de ello. Nadie más merece estar conmigo, tan sólo tú, quizás, mi único lector. O puede que ni yo misma debiera estar en este mundo al que llamo "mío".

dimarts, 10 de novembre del 2009

...

Nunca había estado tan pendiente de alguien como lo estoy de ti. Miro constantemente a ver si te diviso entre el espectro de personas. Busco tu rostro entre tantos conocidos, intentando hallarte entre una multitud muy alejada de mí. Aunque me sienta sola y piense en ti, aunque mi dolor no se alivie como dicen las películas, te quiero.

Miraba los verdes campos como si pudieran ofrecerme respuestas a tantas preguntas. Siempre buscando, en constante movimiento, el porqué de la existencia. ¿Por qué tanta filosofía? Lo único que anhelo de ti es ese último beso... Siempre con la consciencia de que no eres mío, que no me perteneces ni debes hacerlo. Siempre pensando en el último adiós para poder saludar de nuevo. Siempre buscándote, queriéndote, deseándote.

Con un solo suspiro vienes y vas. Tan solo quiero que te quedes aquí, una vez más...

dilluns, 9 de novembre del 2009

Creí que no serías capaz de mirarme a los ojos y verme como una persona. Pensé que tu corazón estaba ya tan podrido que serías incapaz de ver que yo tenía uno. Creía y sigo pensando que no eres capaz de mirar al cielo sin sospesar su valor. Puto usurero. ¿Te crees que por atesorar dinero comprarás mil almas y mi felicidad? Eres un cerdo

Egoísmo, hipocresía, infidelidad y obsesión. Tengo mil palabras palabras para describirte, pero siento que ninguna será suficiente. ¡Puta sociedad! Has muerto en sus manos: consumido por el propio consumismo. ¿Aún puedes pensar o crees que voy demasiado rápido? No siento pena por ti, tampoco lástima; sólo lo puedo definir como ASCO. Cuando llores como un crío por todo el dinero que has perdido, ¿quién va a estar allí? Si piensas que estaré, comotes un gran error. ¡Para mí eres basura, quizás algo peor!

La rabia e smi pan de cada día y el odio, mi analgésico ¿Ves cabrón lo que sufro por tu culpa? Quiero ver tu sangre derramarse sobre el suelo. Quiero llenar una bañera y limpiarme con tus vísceras. Qué bajo has caído pensando que tendrías mi compasión. ¡Te deseo lo peor!

¿Queda acaso algún humano a mi alrededor? Siendo odio, siento rabia, impotencia y dolor.. pero también puedo sentir amor. No soporto a mi raza y aún menos a sus individuales, ¿por qué os busco entonces? Quizás encuentre a otra persona como tú: que me quiera y me ame, me cuide y me necesite. Sólo espero que si por encontrarla tengo que pagar un precio tan elevado como lo pagué por ti, me quede sola todo este tiempo.

No sabes cómo es mi vida: UN PUTO INFIERNO. Tengo miedo, me siento sola y acechada por la tristeza. ¿Me has visto llorando desesperadamente durante las noches? ¿¡Has sentido mi rabia negándome la respiración!? Ojalá te sientas mucho peor porque lo que aguanto cada día es por tu culpa. Te odio: a ti y a nuestra puta sociedad. Tan solo lamento haberte pedido perdón. Antaño fui buena y estúpida pero no me volverás a ver así. Comienza a rezar, que Dios se apiade de ti ya que yo no voy a hacerlo. Tomo un cuchillo y comienzo a andar. ¿Podrás escapar?


¡COMIENZA EL JUEGO!

dimarts, 3 de novembre del 2009

Lo siento


La tristeza es infinita, la impotencia, tangible. Es triste amar y no ser amado, pero más triste es amar y ser despreciado. Nunca te pedí tiempo, dedicación, amor o cariño.. pedí tu amistad. Quizás quise demasiado, demasiada amistad, demasiada confianza. Lo siento, ¿me oyes? ¡Lo siento! ¡Quizás me equivoqué pero todos somos humanos! Ni te llegas a imaginar la desolación que siento sin ti o contigo, porque por mucho que los demás me afirmen que estás junto a mí, te fuíste y no volviste. ¿Olvidarte? Imposible. ¿Odiarte? Inconcebible. Entiende que tienes mi amor, aun queriéndote aun odiándote, incondicional. Jamás me iré, jamás me marcharé. No.

diumenge, 1 de novembre del 2009

Efímero.

Me siento sobre ti, realmente, porque quiero acaparar tu atención. Te escucho hablarme, tu dulce voz derrite mis sentidos. Te miro como si no hubiera otra persona en este mundo que pudiera acompañarme en mi triste soledad. Me centro únicamente en ti, en tus ojos, tus labios, tus manos. No veo otro mundo que el que pudiera crear contigo. Te quiero, lo sé, pero no sé cómo conseguirte. Me siento perdida, muchas veces, confundida por la nube del dolor. No sé qué hacer y, ahora que te tengo delante, he perdido el mundo de vista. ¿Dónde estoy? Contigo... es lo único que quiero saber ahora.

Jugueteas con mis pulseras y el solo roce, tan mínimo y efímero, de tu piel me causa un cosquilleo en el estómago. Te muerdes las uñas, voy a quitarte la mano de la boca y rozo tus labios con los dedos. La suave piel que quisiera tener sobre la mía. Los labios a los que querría besar, los que querría poseer, saborear... Te tomo la mano y no te suelto, quisiera que nunca te apartaras de mí. Te acercas a mí, me sonríes, me derrites.. Acercas tu boca a mi oreja, lentamente, en voz baja y cálida, me susurras: te quiero... ; pierdo el sentido y me vengo abajo. De pronto la habitación queda oscura, fría y vacía. No reconozco el lugar donde estoy, pero puedo suponerlo: es mi habitación, de noche, sin nadie que me acompañe. Tú no estás aquí conmigo, todo ha sido un sueño. Producto de mi imaginación... Vuelvo a estar sola y perdida en mi triste camino... Todo fue tan efímero, pero tan feliz.

divendres, 30 d’octubre del 2009

Murmurando.

Siento tu cuerpo sobre el mío, el roce de la piel cálida y tierna. Los movimientos suaves y curvilíneos, acompañados del sonido de tu dulce voz. Noto el tiempo pasar lentamente, fluyendo entre la poca distancia que hay entre ambos. Los minutos se alargan, evitando cruzar demasiado rápido nuestra forntera. Acarician mi cuerpo, suavemente, como una mano. La habitación está oscura, en silencio, sumida a nuestra magia. La temperatura es alta, natural, agradable. Mis sentidos se posan en tu boca, en tu cuerpo, en tu voz, en tus manos... Mis ojos están cerrados, imaginando corrientes de sensaciones provocadas por ti.

Me acaricias como si fuera el último gesto de ambas vidas. Me besas como si no hubiera más momentos en el mundo. Noto tu piel alrededor de la mía, abrazándome. Tus células besando las mías, tu mente pensando en mí. Te recorro ocupándome tan solo de ti, sólo estando contigo. Te amo como nunca te he amado... me gustas como nunca me has gustado. El cariño fluye a través de la habitación, chocando contra los segundos que avanzan un poco más deprisa.

Te acercas a mi oreja y me murmuras: "Te quiero" , y un éxtasis se apodera de mí.

dijous, 29 d’octubre del 2009

Robbie.

La veía alejarse con el coche. Desde la ventana de mi habitación podía contemplar sus saltos de entusiasmo, cogida de la mano del señor Wenston. Los engranages de mi cabeza de latón me decían que no tenía que dejarla marchar, pero soy un robot y no podía fiarme de esa sensación. Ahora ya sé que la "intuición" también la sentimos las máquinas. Me quedé sentado sobre la silla mientras veía cómo se alejaba cada vez más. Una sensación de intranquilidad se apoderó de mis microprocesadores. Me observaban, estaban pensando en mí. Giré la cabeza mirnado toda la habitación; no encontré nada extraño. La sensación iba incrementándose y llegué a sentieme cerrado, claustrofóbico. Sabía que algo pasaría pronto. Volví a mirr por la ventana, sin divisar el coche. De golpe, se abrió la puerta a mis espaldas con violencia. La señora Wenston pasó la puerta mirándome con mala cara. Me dio la sensación de que no iba a pedirme ayuda para algún trabajo. Los circuitos se conectaron y comprendí mi intranquilidad: no volvería a ver a Gloria. Sabía que no debía (ni podía) hacerle daño a la Señora, pero sí que podía escapar. Intenté salir por la ventana, pero los cristales rasgaron mi metal y caí al suelo. La Señora Wenston salió con cuidado para no cortarse y me cogió por el cogote.

Al lado de la casa descansaba un camión de recogida de basura. Si hubiera tenido un sistema productor de lágrimas habría llorado mientras comprendía mid estino; pero sólo podía mostrar indiferencia y dejarme manipular. Veo cómo me alejo cada vez más de mi hogar, de Gloria, del señor Wenston... y de la Señora Wenston, a quien también respetaba. Cierro los metálicos párpados y me abstraigo con el sonido del choque de basura a mi alrededor. Cómo me gustaría no tener alma...

dimecres, 28 d’octubre del 2009

No.

Llévatelo. No quiero mi corazón si tú no estás dentro de él. Desaparece. No quiero verte más. Estaré bien sola, lloraré mis penas y aguantaré mis dolores. No quiero más retrasos. Tú impediste que me hiciera mayor, me mantuviste con esa sonrisa de niña pequeña a tu lado. Pero ahora ya no es así. No quiero nada más si tú no estás conmigo. Llévate mi corazón, arranca mi alma y roba mi conciencia. Adiós.

dilluns, 26 d’octubre del 2009

Oscuridad.

Me siento pequeña, perdida y atrapada. No sé dónde estoy, sólo veo oscuridad allá donde miro. La extensión es tan amplia que no veo dónde acaba. Tengo conciencia de mi cuerpo, puede que incluso lo esté viendo ahora, pero mis ojos inexistentes no comprenden la imagen. Es como una ilusión, como si me lo imaginara. No respiro, no tengo necesidad. No oigo el latido de mi corazón, porque si lo oyera, estaría disparado debido a mi miedo. ¿Dónde estoy? Oh, Dios, por favor, quiero despertar. Me sientro abtraída por la oscuridad, como en un torbellino de sensaciones. La belleza de la maldad me acapara, como una amante de mil caras: ninguna que desee besar. Mi alma es la que me permite seguir sintiendo el alrededor. El corazón sentimental sigue analizando mis emociones. Quiero salir, quiero irme, quiero despertar de esta pesadilla... si es que estoy soñando. Una sensación de claustrofobia se apodera de mí: no sé si puedo moverme, estoy paralizada. Noto las manos (si todavía tengo) atadas encima de la barriga, creo que mi cuerpo está entumecido. Me rebullo para liberarme de las cadenas pero no obtengo respuesta de mi cuerpo. ¿Qué me está pasando? Quiero moverme, quiero liberarme. ¡Soltadme! Intento gritar, pero no tengo voz. Me noto cansada, aún no quiero dormir. No, debo salir de aquí, pero ni tan siquiera sé si estoy encerrada. Ya no veo ni la oscuridad, estoy en un vacío inmenso. Empezaría a llorar y a gritar si pudiera, pero mi cuerpo no reacciona a nada. Quiero escapar, deseo irme de allí. La oscuridad me acaba absorbiendo por completo, sin darme una respuesta a la pregunta de mi ubicación.

-Despierta, pequeña.

Abro los ojos lentamente para ver un paisaje desolado y un hombre encapuchado ofreciéndome su mano:

-¿Dónde... dónde estoy? -respondo con voz angustiada y llorosa.
-Oh, pequeña, creí que reconocerías el infierno.

dissabte, 24 d’octubre del 2009

Lluvia.

Caminábamos bajo la lluvia otoñal. Las pequeñas gotas de agua caían sobre nuestros paraguas. Cada una de ellas chocaba contra la tela, produciendo un sonido amplificado por la amplitud del instrumento. Nos separaban pocos pasos, pero ninguno habló. El silencio permanecía intacto, ambos pensando en nuestras vidas. Caminábamos al unísono, pero no juntos. Su pelo largo y oscuro le tapaba la cara, impiediendo que pudiera leer sus emociones. Mis ojos iban de la carretera a su barrera de pelo, de su barrera de pelo a la carretera. Desviaba la atención hacia el sonido de las gotas y volvía a mirarle. No tenía la necesidad de hablarle, aunque de todas formas no habría sabido qué decirle. Él pareció no darse cuenta de mi inquietud y seguía su camino con paso firme. A pesar de que habíamos quedado para dar un paseo, estaba resultando bastante monótono y, sin embargo, muy agradable.

Nos paramos enfrente de su casa y, por primera vez en todo el paseo, entablamos una conversación:

-Bueno, ¿qué hacemos: subimos o nos quedamos sentados en el portal?
-No, creo que prefiero subir, aquí hace frío. -bajé la vista, avergonzada de aquellas dos frases que habían supuesto toda la comunicación de la tarde.

Entramos en el portal y subimos las escaleras que daban al rellano del ascensor. Plegamos nuestros paraguas y los sacudimos un poco. Llamamos al elevador. Mientras esperábamos, intenté mirar hacia otro lado, percibiendo claramente su incomodidad al igual que la mía. El ascensor llegó y abrió sus puertas, ambos entramos. Subimos los seis pisos sin apenas mirarnos ni dedicarnos ninguna palabra. Las miradas, tímidas, se evitaban la una a la otra. Seguíamos como un juego implícito en nuestros gestos. Ninguno de los dos intentaba algún ademán patético de mantener una comunicación larga e interesante, puesto que sabíamos que sería inútil.

Finalmente, el ascensor llegó al sexto piso (en lo que a mí me pareció una auténtica eternidad). Entramos en su casa y fui directa a saludar a su madre. Siempre me había llevado bien con ella: era una mujer muy amable. Nos dimos dos besos y me contó cómo se encontraba. Saludé también a su padre, que se encontraba en la habitación de al lado con el portátil, trabajando. Después del protocolo de introducción llegó él. Realizó el mismo proceso que yo y luego me dijo:

-¿Qué quieres hacer ahora? ¿Vamos a la habitación? -me preguntó.
-Claro... tampoco tengo mucha prisa, de todas formas. Vamos .- «Estúpida vergüenza» pensé.

Atravesamos el pasillo que nos condujo hasta su habitación en penumbra. Prendió las luces y se sentó en una silla al lado del ordenador. Yo me quedé de pie, delante de él, esperando una invitación de sentarme o semejante. Me miró fijamente, acto que yo consideré atrevido. Ahora que habíamos acabado con la rutina y el protocolo, ninguno de los dos sabía qué hacer. El silencio, la lluvia que ha cesado, temíamos al reposo. Dirigimos miradas abstraídas hacia derecha e izquierda, evitando tocar el tema principal.

-Y... bueno, ¿qué tal todo? -me preguntó él. «Viva la originalidad» pensé con ironía.
-Pues ya me ves, en tu casa, todo bien, ¿y tú?

No contestó en seguida, de hecho, ni lo llegó a hacer. Se levantó, me abrazó por la cintura y me besó. Sus labios tocaron los míos en una muestra de cariño llena de calidez. Ese beso me llenó por completo, evitando las palabras sobre el tema que no queríamos tocar. La experiencia alargó el tiempo, como en una película, deseando que nunca terminara ese momento. La calma a la que tanto habíamos temido se convirtió en el deseo que ambos habíamos soñado. La lluvia había retomado las aceras, cayendo de las nubes con fuerza.

dijous, 22 d’octubre del 2009

Inconsciencia.

Los humanos, en nuestra totalidad, no somos realmente conscientes de nuestra existencia. No entendemos los miles de millones de años que quedaron atrás, mucho antes que nosotros. No podemos comprender cómo pasa el tiempo, sin detenderse, segundo tras segundo. No comprendemos nada que not enga una explicación, siempre vamos buscando respuestas a las preguntas. Nuestra sed de conocimiento nunca se sacia, pero a la vez, nunca es suficiente.

Nos preocupamos de los grandes acontecimientos: la capacidad del universo, los secretos de la ciencia, el pasado no escrito. ¿Es realmente importante todo eso? Por supuesto que sí, pero en un primer paso deberíamos fijarnos en la existencia individual. Siéntate en un banco de la calle, por ejemplo, o mira por la ventana de tu habitación. ¿Qué ves? Coches, personas, árboles, tiendas, la calle. ¿Comprendes algo, sientes un cosquilleo en el estómago? Ahora imagínate los millones de coches que pasan por la calle, imagínate que se repiten cada día, que forman parte de tu rutina y tú ni tan siquiera les conoces. Imagínate las millones de personas que hay en el mundo y tú, día a día, ver pasar por tu vida cientos de ellas. Imagínate la cantidad de tiendas que se necesitan para abastecer la especie humana y unas de esas permanecen siempre a tu vista. Imagínate los árboles, tantas especies, tan vivos, delante de tu casa, cuando tienen mil lugares donde nacer. ¿Cuántas calles hay? Y tú vives en una de ellas, no en un pueblo, ni en un desierto o un glaciar, vives en una calle de gris acera y negro asfalto. ¿Sientes ya un cosquilleo en el estómago? Sigue pensando en ello, hasta que comprendas la inmensidad del mundo.

La composición de tu cuerpo es fascinante. Hay tantas células, billones de ellas. ¿Has pensado nunca que cada una de ellas podría pensar por sí misma? Claro que no, puesto que desde el punto de vista científico , es imposible. Pero si pudieran pensar, ¿qué dirían? ¿No te sientes amo de ellas? En esencia, viven para ti. Te nutren, porque realmente, no eres dueño de tu cuerpo. Eres compuesto de billones de seres vivos. ¿Puedes creerte uno?

Comenzando por mirar el pasaro y pensar en el futuro, así se compone el presente. Donde te sientas siempre en la plaza, o el parque que pisas cada sábado por la tarde; piensa en ellos. Allí, antes, con otro paisaje pero en el mismo lugar, podría haberse sentado un personaje que hizo historia. Alguien que no fue nadie cuando nació pero que lucho y creó su fama. Y es que el mundo es pequeño y siempre lo compartimos.

¿Has notado un cosquilleo en el estómago? Párate a pensar hasta que sientas que tu mente se mete de lleno y los sentidos quedan eclipsados. Piensa hasta que te metas en el papel. ¿Sientes tu inconsciencia?

dimecres, 21 d’octubre del 2009

Paciencia

He guardado los recuerdos más remotos para ti. Has sido la luz de mis ojos, el calor de mi corazón, el frío de mis inviernos, las hojas caídas de mis otoños. Has sido todo lo que he querido que fueras, he sido todo lo que querías que fuera. Mi vida, tu vida, eran una sola, no había diferencias entre ambas. El amor comenzó cuando lo tuyo y lo mío se convirtió en lo "nuestro". La relación duró tanto, que la costumbre se convirtió en rutina, en el día a día, que se convirtió en la continuidad, la única opción. No recordaba otra forma de vida, otra manera de ver las cosas. La perspectiva no existía en "nuestro" mundo. Creía que todo esto jamás acabaría, pero las creencias no fueron la realidad. Todo acabó.

Tuve paciencia de aguantar malas palabras y miradas de desprecio. Me quedé como un perrito abandonado, sin saber buscar mi amo. Las calles eran todas iguales, sin salidas, sin camino. El mundo era gris, la alegría y la felicidad quedaron atrás. Por más que me preguntara "¿por qué?" la respuesta nunca llegó. Por más que te mirara, te rogara y te llorara, tu cara siempre era de indiferencia y frialdad. ¿Cómo debí de sentirme en ese momento, sin nada a lo que agarrarme? Nunca comprenderás, ni espero que llegues a hacerlo, la paciencia que tuve para aguantar eso. Las malas palabras, las amenazas y la soledad, todo eso, dejó huella en mí.

Ahora me ves , escritora de locuras y lectora de mundos diferentes. No parezco la misma, he crecido. No soy una niña pequeña y asustada, sino una mujer adulta y preparado. Todo lo que pasó, "todo lo que pasó" , las preguntas sin respuesta, me han cambiado. ¿Ves algo a simple vista? Te lo diré claramente: Soy tu peor pesadilla, el mal personificado, y vengo para hacerte sufrir.

divendres, 16 d’octubre del 2009

Simple.

La mente humana se compone de pequeños mecanismos que impulsan al ser a actuar de una forma u otra. Las ruedas giran para hacerte ver que el cielo es azul , y no rojo, y la hierba es verde, y no lila. Las poleas corren por sus cadenas para hacerte comprender lo que está "bien hecho" y lo que está "mal hecho" dentro de una sociedad en común. El ser humano tiene la capacidad de liberarse y ser generoso, abiréndose a un mundo de posibilidades; sin embargo, también puede entregarse a los placeres carnales y al egocentrismo. Los mecanismos te ayudan a decidir qué quieres, porque al fin y al cabo, el mundo humano se estructura por las necesidades agenas y complacencias propias. Aunque, si se piensa bien, no queda tan lejos del animal.

En nuestra sociedad, se ven cosas como correctas o incorrectas. Las ordinarias y tradicionales, generalmente, son las que se consideran correctas; las extraordinarias y extravagantes, son las incorrectas. Las personas pueden abrirse al cambio, buscando siempre nuevas fronteras, nuevas metas; o pueden cerrarse, queriendo conservar la tradición y el estancamiento. Es bueno conservar las tradiciones antiguas, pero también es bueno abrirse a nuevos horizontes. Por eso mismo, podríamos considerar que una persona que viste "extraño" puede mirarse de primeras como algo inadecuado, pero luego aceptarlo, ya que es otra opinión. Con eso, también nombraríamos el respeto del cual carece mucha gente.

El egocentrismo puede llevar a la salvación o a la perdición; la generosidad puede alzar una persona o hundirla. Siempre es mejor ser generoso, ya que das para, quizás, no recibir; pero cuando eres generoso, estás entregándote, dando una parte de ti, y eso no siempre es bueno. Claramente el egocentrismo no es bueno, pero a veces, es el mejor modo de no sufrir ante situaciones apretadas. Si quieres salvarte siempre a ti mismo, serás egoísta, alterna las dos cosas; aunque siempre debe mirarse que, si no puedes ayudarte a ti mismo, ¿a quién vas ayudar?

Los motivos de tal escrito, de tal parrafada y de tantas tonterías, es simple. Como la vida que me rodea y los sentimientos de las personas. Son mis mecanismos los que me impulsan a escribir esto, mis engranajes los que me hacen sentirlo y las poleas, las que me hacen comprenderlo. Es simple.

dijous, 15 d’octubre del 2009

Los recuerdos danzaban en mi interior. No eran desagradables, no eran nostálgicos. Eran alegrías pasados, muchas penas superadas y aventuras que terminaron en su día. Aunque ahora mismo llorara a lágrima viva, no era por tristeza, seguía siendo feliz. Te recordé a ti, sentado en el banco de la plaza, con el sol en plena cara. Recordaba tu sonrisa, tan cálida como los rayos del astro, o quizás más. Recordé tus ojos, tus caricias, tu amor, tu ser... Recordé cada una de las células que me enamoraron. Veía claramente esos días de largos paseos por verdes parques. Notaba cómo el aire me acariciaba el rostro, oía el ruido de las personas hablando a nuestro alrededor y sentía tu mano cogiendo la mía. Nuestros días, nuestros paseos, nuestros susurros, nuestras palabras... todo eso recordé. ¿Me sigues pensando? ¿Sigues amándome? Siempre he querido volverte a ver. Creo que no hace falta mucho... quizás solo unos años más. Aunque no quiera irme, tengo muchas ganas de verte. ¿Todavía me recuerdas?

divendres, 9 d’octubre del 2009

Pasos.

Caminando por la calle. Miro a todas las personas que me rodean. Me paro en un portal cercano: el número 66, vaya, qué gracia con el número. Me siento en el pequeño escalón que da a la calle y me pongo música en el mp3. Sigo mirando las personas andar. Analizo sus pasos y describo su personalidad. Algo se perdió, paso inseguro, paso decidido, lo que lleve la ocasión, lo que es, lo que será. Tantos tipos de pasos como personas en este mundo. ¿Alguna vez te fijaste en los gestos que denotan tu personalidad? Yo sí, siempre.

Soy el observador que decide cómo verte. Soy la persona que se para a analizarte. Te vigilo día a día, escruto tus pensamientos con mi mirada. Soy tu sombra, la luz que la proyecta y la figura a la que pertenece. Soy tú y tu ser. Soy él y su persona. Soy la chica y su personalidad. Lo soy todo sin ser absolutamente nada. Soy el espíritu y el alma. ¿Qué soy exactamente? ¿Alguna vez reparaste en mi presencia? Yo sí, siempre.

Ahora ya te he localizado. He ubicado la presencia de miles de personas, gente que camina al rededor. Te he encontrado. Te estoy viendo. Te vigilo. Ya no te escapas. Mi mirada es severa y mis gestos decididos. Mis pasos son seguros; mi personalidad, definida. Te he estado buscando específicamente a ti y a todos. Te he encontrado a ti y a todos. Esto lo he hecho únicamente por ti, por todos. ¿Me has visto ya? Yo sí, siempre.

Este es el fin de la partida. No sé qué pasará a partir de ahora. ¿Te he hecho pensar con mi discurso o fueron simplemente palabras sin sentido? Te he visto, te he localizado, te he ubicado, te he analizado, he escrutado tus pensamientos. Eres completamente mío, tú y todo tu ser. Ahora tu cuerpo será el mío, tus palabras, mis palabras; tus pensamientos serán compartidos. Olvídate de toda intimidad, de toda felicidad, de todo odio. Me perteneces, eres un esclavo de mis deseos. ¿Aún no entendiste nada? Yo sí, siempre.

Si ahora te dijas, ¿puedes verme ya? ¿puedes sentirme? ¿puedes amarme? ¿puedes odiarme? O quizás... ¿puedes temerme? ¿Deberías temerme?

dimecres, 7 d’octubre del 2009

"A veces, incluso en las noches sin luna, se me aparecía su cara en el cielo. Su contorno perfecto, su blleza pura, su inocencia ingenua. Miraba las estrellas ausentes y veía sus ojos brillando más que nunca. Reconocía sus labios en la Luna negra, sus palabras mudas y sus oídos sordos. El amor por ella era tan grande que mis sentidos quedaban eclipsados. Jamás pensé que pudiera haber otra mujer que aquella, otro amor que el que sentía, otra persona que la que amaba. Nunca imaginé otra vida que la que estaba llevando. Por supuesto, pensar que siempre viviría en un mundo ideal, era un idea estúpida. Aún la recuerdo, esas noches en las que sueño con ella, como la persona más dulce que mi ser haya conocido. Sigo pensando que mi único amor es y será, aunque considere una estupidez seguir en el pasado, Lady Marian. Jamás mi corazón verá otra persona como ella, aún me cuesta creer que la haya perdido. Decidme, Dios, vos que sois sabio y que todo lo sabéis, ¿está Lady Marian bien? No soy más que un viejo loco, que por las noches habla solo, y la poca cordura que mantenía en vida se marchó con la última Luna negra.

Quizás si hubiera muerto, años atrás, ahora vería las cosas de otro modo. Luna nueva, Luna inexistente, ¿sigue viva mi alma?"

dimarts, 6 d’octubre del 2009

Presentación.

¿Por qué decidí hacer este bloc? Nadie lo sabe, ni tan siquiera yo. Si hay algo que sí sé, es que de ahora en adelante será mi pequeño y personal espacio. Me dirijo a un público inexistente y mu exigente, yo misma. Únicamente espero que mi persona lo acepte.

La inspiración nunca fue nada que llegara y se quedara.