Tan importante como la vida misma son esas pequeñas cosas que nos alegran el día. Así como es normal ver el sol ponerse cada día, es un hecho que se agradece. De la misma forma que son esas mínimas cosas las que nos alegran, son las que menos mérito reciben. Contemplar un cuadro de un pintor famoso nos arranca un «¡Ooooooh!» muy impresionado; y escuchar nuestra canción favorita nos provoca unas irresistibles ganas de bailar, cantar y gritar. Son hechos, mínimos pero a mayor escala, que nos alegran. Pero a lo que yo quiero llegar son a esas cosas tan, tan, tan, tan (podríamos añadir un «TAAAAAAAAAAAAN») y tan pequeñas, que si un día faltan, tardaríamos en darnos cuenta. El mismo ejemplo que he dado al principio, el sol poniéndose (o amaneciendo). Si eso falta un día, la gente miraría extrañada a su alrededor "¿Qué pasa?". Si eso faltara más veces, quizá una semana, la degradación de la población ya sería visible. Que el sol desaparezca tras la espesura de la noche es un hecho que trae consigo muchas consecuencias. La primera, significa que es hora de descansar. Ese detalle, tan mínimo como dejar de tener luz durante unas horas, es lo que permite que el ciclo personal de la vida avance según lo que estamos acostumbrados. Aquí podríamos entrar en un debate de «¿Detalle o costumbre?». Pero esas discusiones se las dejo a los políticos y filósofos consumados.
Luego está la otra parte, la de los grandes hechos. Aquellos que son tan, tan, tan, tan (podríamos añadir un «TAAAAAAAAN») y tan grandes que si faltaran, tardaríamos en darnos cuenta. ¡Mentira podrida! ¿Qué preferís: un detalle o un gran hecho? Ciertos detalles nos alegran la vida, nos permiten el curso normal, nos facilitan las actividades, nos colman de comodidades, nos mantienen en nuestro estandarte de "normalidad"; pero ciertos grandes hechos son el motivo de hambre, pena, tristeza, guerra, pobreza, explotación, tratos inhumanos, desforestación, muerte, desolación, desesperación. Y tenemos lo mismo de siempre. El típico diálogo en el que situaremos una excéntrica persona, segura de sí misma por sus estúpidas teorías sobre el comportamiento humano y la persona de a pie, el ciudadano que hay en todos nosotros:
Excéntrico: ¿Qué piensa usted de la muerte por hambre y guerras en áfrica?
Ciudadano: Aquí no pasa.
Excéntrico: ¿Y no le preocupa?
Ciudadano: A mí no me va a pasar, ¿no? Pues ya está. Eso sucede a diario, no es noticia.
Excéntrico: Pero son personas, así como usted o yo.
Ciudadano: ¿Y qué más da? No so mis hijos, no es mi país, no es nada que me incumba.
Excéntrico: ¡Viva la ignorancia!
Seguramente, con ese último comentario se podría ganar algo más que la antipatía del ciudadano. En fin, guerras: ¿detalle o gran hecho? ¿La ignorancia está tan extendida? Hay, querido lector, me temo que yo soy aquel excéntrico seguro de sí mismo por mis estúpidas teorías sobre el comportamiento humano que, por si fuera poco, habla con la pantalla del ordenador. Pero si bien al ciudadano la guerra era un pequeño "detalle" que no incumbía en su vida, a mí me preocupa. ¿Por qué? ¡Son personas humanas!
Ciudadano: ¿Y qué si lo son? Nacieron allí, que se aguanten.
Excéntrico: [susurrando] Ya verás si te llega a pasar algo a ti...
Ciudadano: ¿Decía?
Excéntrico: Nada, nada. Siga con su fantástica vida apartada de toda enfermedad letal, guerras, hambrunas, y demás detalles que usted no tiene en cuenta.
Ciudadano: Mire que vamos a acabar mal...
Yo, como esa persona que elucubra teorías descabelladas por las cuales me hubiera quemado la iglesia, sucia y rastreramente, me quejo con todo derecho que opino que tengo, sobre ese ciudadano. ¡A la porra con las formalidades! ¡Que son personas, señores, P-E-R-S-O-N-A-S! No sólo eso, sino que empiezan a enfadarme tantos detalles y grandes hechos,sí señor. La próxima página de mi diario, la dedicaré a malgastar tinta sobre el comportamiento estúpido de los celos humanos. Y para la próxima, haré la carta a los reyes magos. Vamos a ver quién puede más: si la ignorancia o la bicicleta que me traerán mis papis.
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Les converses em recorden al llibre de Cervantes, "El licenciado Vidriera". Encara no he llegit l'obra, però sí el resum i vaja, s'asembla al personatge d'aquest post.
ResponEliminaIdò, tens raó en dir que les petites coses son les que marquen la vida de cada persona, com sempre una bona reflexió :D