-Sí, le odio. Quisiera ver cómo su sangre cae lentamente sobre mis manos... y escuchar sus gritos, melodía irresistible. Quiero que me pida clemencia.
-¡Estúpida! Le amas. Eso te pasa, que aun le quieres demasiado. Pero no te preocupes, querida, todo acabará.
-Cuando acabe para mí, también va a acabar para ti.
-¿Y qué? Con ver una sonrisa en su rostro seré feliz.
-Te destrozará...
-...Como ya lo ha hecho contigo, ¿verdad?
-Odiar es mucho mejor.
Mi corazón, dividido entre amar u odiar, se debatía a sí mismo. Las partes de mi ser que aun querían e idolatraban su imagen, iban muriendo. Las demás, las que odiaban y querían matarle, vivían peleándose entre sí. Quizá todo el esfuerzo hecho fuera en vano. Sólo esperé. Seguí esperando.
A pesar de que el tiempo pasó lento y fue duro de superar, ahora todo ha acabado. Por fin, el veneno corre por mis venas. Cuando llegue a mi corazón, éste dejará de latir. Al fin, después de tanto sufrimiento, conseguiré mi merecido descanso.
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