dimecres, 16 de desembre del 2009

Recuerdos.

Shanks permanecía sentado en la orilla del río. Escrutaba la superficie del agua como si ella pudiera darle las respuestas a todas sus preguntas. Las estrellas no brillaban, pues los copos de nieve junto con sus madres nubes cubrían el cielo. A pesar de hacer tanto frío, la hierba se mantenía verde y viva. Las flores todavía representaban l principal colorido del campo. En realidad no era invierno, ni siquiera había aún llegado el otoño. El motivo de las bajas temperaturas y el cielo nublado residía en la mente del pelirrojo. Fríos eran sus pensamientos, frío su estado de ánimo y fría su aura y su entorno. La tripulación descansaba un poco alejada del capitán. No era que le temieran o que no quisieran acercarse a brindarle su calor, sino que sabían cuándo debían estar con él y cuándo dejarle en paz.

Shanks recordaba eras pasadas, pensando en lo que aún queda por vivir. Echaba de menos mucha gente, quizá no tanta, pero la vida de pirata es así de dura. Aunque quisiera, no podría regresar. Rescataba pequeños retales de recuerdos y los analizaba con calma. Miraba al cielo y le venían a la mente otros tantos. Observaba el río y recordaba sueños inalcanzables. Sin lazos, sin amor o sin casa. Con sueños, con miedo o con valentía. En peligro, en riesgo, en libertad, en decadencia...

Días duros se avecinaban. Los recuerdos de un niño que se quedó en un pueblo pequeño, años atrás, atormentaba unos remordimientos casi olvidados.

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