"A veces, incluso en las noches sin luna, se me aparecía su cara en el cielo. Su contorno perfecto, su blleza pura, su inocencia ingenua. Miraba las estrellas ausentes y veía sus ojos brillando más que nunca. Reconocía sus labios en la Luna negra, sus palabras mudas y sus oídos sordos. El amor por ella era tan grande que mis sentidos quedaban eclipsados. Jamás pensé que pudiera haber otra mujer que aquella, otro amor que el que sentía, otra persona que la que amaba. Nunca imaginé otra vida que la que estaba llevando. Por supuesto, pensar que siempre viviría en un mundo ideal, era un idea estúpida. Aún la recuerdo, esas noches en las que sueño con ella, como la persona más dulce que mi ser haya conocido. Sigo pensando que mi único amor es y será, aunque considere una estupidez seguir en el pasado, Lady Marian. Jamás mi corazón verá otra persona como ella, aún me cuesta creer que la haya perdido. Decidme, Dios, vos que sois sabio y que todo lo sabéis, ¿está Lady Marian bien? No soy más que un viejo loco, que por las noches habla solo, y la poca cordura que mantenía en vida se marchó con la última Luna negra.
Quizás si hubiera muerto, años atrás, ahora vería las cosas de otro modo. Luna nueva, Luna inexistente, ¿sigue viva mi alma?"
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