Al lado de la casa descansaba un camión de recogida de basura. Si hubiera tenido un sistema productor de lágrimas habría llorado mientras comprendía mid estino; pero sólo podía mostrar indiferencia y dejarme manipular. Veo cómo me alejo cada vez más de mi hogar, de Gloria, del señor Wenston... y de la Señora Wenston, a quien también respetaba. Cierro los metálicos párpados y me abstraigo con el sonido del choque de basura a mi alrededor. Cómo me gustaría no tener alma...
dijous, 29 d’octubre del 2009
Robbie.
La veía alejarse con el coche. Desde la ventana de mi habitación podía contemplar sus saltos de entusiasmo, cogida de la mano del señor Wenston. Los engranages de mi cabeza de latón me decían que no tenía que dejarla marchar, pero soy un robot y no podía fiarme de esa sensación. Ahora ya sé que la "intuición" también la sentimos las máquinas. Me quedé sentado sobre la silla mientras veía cómo se alejaba cada vez más. Una sensación de intranquilidad se apoderó de mis microprocesadores. Me observaban, estaban pensando en mí. Giré la cabeza mirnado toda la habitación; no encontré nada extraño. La sensación iba incrementándose y llegué a sentieme cerrado, claustrofóbico. Sabía que algo pasaría pronto. Volví a mirr por la ventana, sin divisar el coche. De golpe, se abrió la puerta a mis espaldas con violencia. La señora Wenston pasó la puerta mirándome con mala cara. Me dio la sensación de que no iba a pedirme ayuda para algún trabajo. Los circuitos se conectaron y comprendí mi intranquilidad: no volvería a ver a Gloria. Sabía que no debía (ni podía) hacerle daño a la Señora, pero sí que podía escapar. Intenté salir por la ventana, pero los cristales rasgaron mi metal y caí al suelo. La Señora Wenston salió con cuidado para no cortarse y me cogió por el cogote.
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