Acaricio tu pelo y noto cómo un escalofrío te recorre. Me tienes miedo: te infundo respeto. No quiero hacerte daño y eso es lo que más te une a mí. Saber que podría destrozarte y jugar contigo pero que sin embargo no quiero hacerlo, te ata más a mí. Me encanta tenerte en posesión de mis deseos. Te acaricio la espalda y vuelves a estremecerte ante el contacto tan directo de ambas personas. No me quieres, pero estás demasiado atado a mí. ¿Querrías irte? Estás muy nervioso, pero no puedes moverte. Has quedado hechizado por mi poder, mi sugestión. Ya no vas a irte. Te acaricio la cabeza y cierras los ojos, en mezcla de temor y placer. Así que ya no huirás... Disfruto teniéndote entre mis manos, haciéndote lo que quiero y que tú tan sólo puedas enamorarte cada vez más de mí. Aprietas los ojos y te mueves con nerviosismo, pero sigues bajo mi control. Vaya pequeño, ya no vas a irte...
dimecres, 18 de novembre del 2009
Así es.
Acaricio a mi gato lentamente. Me tiene miedo: le infundo respeto. No quiero hacerle daño, sólo tenerle en posesión de mis deseos. Le paso la mano por su lomo y se estremece ante el contacto tan directo de ambas pieles. No me quiere, pero está demasiado atado a mí. Quiere irse, está nervioso, pero no puede moverse. Ha quedado hechizado por mi poder, por mi sugestión. Ya no se irá. Tiene miedo, mucho miedo. Huiría a la mínima oportunidad. Le paso la mano por la cabeza y él baja las orejas y cierra los ojos demostrando su temor. No va a irse, lo sé. Disfruto teniéndolo entre mis manos, haciéndole lo que quiera y que él tan solo sea capaz de gruñir un ronroneo apagado. Aprieta los ojos y mueve los musculos con inquietud, pero sigue bajo mi control. Ya no huirás, mi pequeño.
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada