Te inspeccionas la cara: ojeras, patas de gallo, arrugas en las mejillas, los labios caídos, ojos hundidos, frente ceñuda. En fin: cara de cansancio. Estás cansada por todos los golpes que te ha dado la vida, por todas las veces que has perdido y te has vuelto a levantar para ganar. Pero, seamos sinceros, estás cansada porque has vivido demasiado. ¿Y qué te queda ahora? Si ya has perdido la belleza que consideras tan importante, ¿por qué no dedicarte más a los que te quieren?
Miras tu cuerpo: senos caídos, tripa cervecera, pellejo que sobra, piel arrugada. Hasta tu pelo, blanco canudo, te indica que esto ya es demasiado. Bien, veamos qué puedes hacer: te puedes teñir (es económico), te puedes operar quirúrgicamente (no es tan económico, pero por la belleza todo, ¿no?) y quizás si te vistes mejor (oh, siempre es una buena opción y un buen motivo para gastar mucho dinero)... Bueno, vale, mejor vamos a dejarlo.
Te das un último repaso en los labios, te quitas el borde de pintura que no debería manchar tu piel. Abres y cierras varias veces los párpados intentando saber si ese reflejo de ti es una mentira. Acéptalo, te has vuelto vieja.
No quiero ser viejito =O
ResponEliminaMuy bueno como siempre!^^