Se inclinó para besarla, sujetándole el rostro con la mano libre. Sus labios se tocaron, levemente al principio, y luego con una presión mayor. Fue precisamente en ese momento cuando Simon abrió completamente la puerta del dormitorio y salió al pasillo.
Parpadeaba, estaba despeinado e iba sin gafas, pero podía ver bastante bien.
-¿Qué demonios? -inquirió, en voz tan sonora que Clary se apartó de un brinco de Jace como si su contacto la quemara.
-¡Simon! ¿Qué estás...? Quiero decir, pensaba que estabas...
-¿Dormido? Lo estaba -repuso él.
[...]
-No le he invitado a mi cama -replicó ella con brusquedad.- Solamente nos estábamos besando.
-¿Solamente besando? -El tono de Jace se burlaba de ella fingiendo dolor-. Qué de prisa desechas nuestro amor.
[...]
-Oye, lo siento, ¿de acuerdo? No era mi intención besarle; simplemente sucedió. Sé que no te gusta.
-No -respondió Simon con mayor frialdad aún-, no me gusta la soda sin gas. No me gustan los grupos de pop cutres. No me gusta verme atrapado en el tráfico. No me gustan los deberes de matemáticas. Odio a Jace. ¿Ves la diferencia?
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