dissabte, 15 de gener del 2011

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Era la noche más larga y dulce que pudiera recordar. Las calles estaban vacías de gente y llenas de coches. Las estrellas brillaban alrededor de la Luna, que les contaba cuentos de príncipes que vencen dragones. La sencillez del paisaje provocaba en mi corazón una honda respiración de satisfacción. La música que sonaba formaba parte de una oscuridad casi tangible y casi inexistente. La calma era pura.

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