Cuando se levantó, con ese deje de melancolía, encendió la calefacción. No le gustaba abrir las persianas y ver la luz; eso todavía le deprimía más. Solía tomarse un vaso de leche como desayuno, despés de su habitual ducha de agua hirviendo. Luego arreglaba su imagen frente a un espejo destartalado y contaba mentalmente sus quehaceres. Por último, tomaba aliento delante de la puerta y salía a su rutina matutina. Pero esa vez fue distinto. Podría haber pensado que no necesitaba su ducha; algo inusual, pero factible. Incluso uno podría decirse a sí mismo que aquella fría mañana no tenía hambre. Pero iba mucho más allá.
La cruda noche de invierno le habría proporcionado las mayores pesadillas que se pudieran imaginar. Todo comenzaba con un sueño imposible de dos personas que, a pesar de la proximidad, son separades miles de kilómetros. De allí nacían los sentimientos más fuertes y frágiles jamás vistos. Las cuerdas se tensaban cada vez que uno de los dos amantes, daba un paso en sentido contrario. ¿Llegarían a romperse? Los sueños no querían revelar los finales de las películas. No siempre son felices. No eran felices, pero no podían hacer nada más. Día tras día, la situación se volvió insostenible. Entonces los hilos se rompieron y el camino se difuminó. Todo se tornó negro y el mundo fue invisible detrás de las cortinas. ¿Dónde estás? ¿Dónde estoy? ¿Dónde estás? ¿Dónde estoy? ¿Dónde estás? ¿Dónde estás? Dónde... estás... tú... .
Al abrir la puerta, respiró el rico aroma del rocío madrugador. Olía bien. Miró la calle inquieta. Nadie la iba a ayudar.
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Ka, feia tant de temps que no llegia un text dels vostres que ja els trobava a faltar.
ResponEliminaJa no recordava quasi aquest ambient trist que rodeja als vostres personatges, però altrament bonic i amb un toc romàntic (ep, de romanticisme del segle XIX). És un goig tornar-te a llegir.
I, com sempre, un relat encantador amb un toc malencòlic.
Ton company, Lenin.