dilluns, 14 de febrer del 2011

Él y Ella.

Entretanto, se dedicaba a mirar las otras parejas con curiosidad. Y empezaba hablando de sí mismo porque no tenía otra cosa que hacer que tocar la puerta de su cerebro. "Para charlar un rato" solía decirse para tranquilizarse. Pero lo cierto es que, en algún momento de su vida, los engranajes de su pensamiento se habían descolocado amorfamente. "Ahora le queda solo la locura" querían vaticinar las sabias lenguas. Aún así a él le gustaba salir fuera de su casa, sentir el aire, tan fresco y tan puro, acariciando su piel y entonces ponerse a andar. ¿Y adónde iba? Pues mucho no lo sabía. Pero confiaba en que sus pies supieran un camino exacto, un camino increíble. Quería viajar a las mil maravillas, y ver estrellas y ver el sol. Porque el sol es muy bonito, sí, brilla sobre nuestras cabezas. "Y bueno, porque el sol es el sol y hay que verlo alguna vez antes de morir" le gustaba afirmar.

Pero las grandes horas, ella las pasaba quién sabe dónde. Bien podría haber sido un cubil de comadreja o un palacio real. Ella sabía que, de todas formas, eso no tenía mucha importancia. Tenían importancia, pues, los colores dorados y ambarinos. "Me gustan. Son bonitos, ¿no?". Pero para nosotros eran eso: colores y nada más. Y le gustaba con mucha perseverancia el azúcar y la imaginación. "Si sabes sazonar bien tu imaginación con la pizca exacta de azúcar... ¡Oh, qué bonito pájaro!" se despistaba frecuentemente. Y, no se sabe, pero a veces pasaba largos ratos mirando una rama de romero. "Porque huele bien, porque es bonita, porque me gusta". Al final echaba a endar por el sendero de la vida y quién sabe lo que habría encontrado. "Quiero ver la Luna, porque es bonita y plateada. Y el plateado siempre empareja bien con el dorado" solía decir ella.

Al final se encontraron. No sé, quizás las flores que les rodeaban ya habrían previsto algo. O a lo mejor fue cosa del destino, que no está escrito pero que le gusta flotar en el aire. Era casi necesario que se expresara ese ideal de bienestar. "Oh, pero, ¿adónde vamos?" preguntaba ella ensimismada. "Mis pies me llevan a ver el sol" respondía él con seguridad.

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