dimarts, 1 de febrer del 2011

Oro.

El ambarino líquido resbaló por su piel demostrando cierta viscosidad. Poco a poco, los recovecos de su cuerpo fueron tiñéndose de ese brillante material que tanto llamaba la atención. Disfrutaba con un contacto tan ínfimo, tan puro y tan sucio a la vez. Incluso en la más negra noche, ahora, tu figura habría resplandecido como el sol. Te encanta esta sensación, esta extraña irrealidad que te da un enorme poder. Sabes que puedes serlo todo, que puedes servirte del mundo y sus habitantes. Puedes dominarlo. Puedes llegar a lo más alto. Y todo por este metal bello. Todo por este oro.

Las colinas han sido devastadas, poco a poco. La tierra se ha salido de sus cuencas primitivas. Los árboles han sido quemados, han muerto ahogados en el egoismo humano. Las especies animales poco a poco son erradicadas, fustigándolas continuamente con su destrucción. Los ecosistemas se debilitan. El cielo ya no es azul. El campo ya no es verde. Las nubes no son blancas. El agua ya no es transparente. No hay nada más quel a inconsciencia humana. Sólo esto, destrucción y confusión.

¿Por qué? Por un poco más de oro.

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