dimarts, 8 de febrer del 2011

Soledad.

La marca de la irregular deformación se veía claramente impresa en su rostro. Era como un fantasma, siguiéndola siempre, fuere donde fuere. De lejos, era como una mancha oscura en la visión de aquella criatura. De cerca, simplemente normalidad.

Se acercó al espejo de la pared. Sentía la respiración pesada, como si sus pulmones debieran mover agua en vez de aire. Se movía con precaución: un aspaviento precipitado podría disolver todo el valor que había reunido para la ocasión. Para ella era "la Gran Ocasión". Ahora sí, se plantó delante: veía una chica normal, nada fuera de lo común, nada fuera de lugar. Comenzó a desvestirse. La tela acariciaba agresivamente su piel, dejándole rojeces hinchadas. Estaba desnuda frente la superficie de metal pulido. Una delgada y extraña criatura la miraba mezcla de asombro y curiosidad. ¿De quién eran esos ojos marrones? Acarició su mejilla a través del espejo. Ella agradeció el gesto con una sonrisa de dientes extraños. Se sentaron encarándose con movimientos imitativos. A la criatura se le marcaban mucho los huesos, mostrándose como una débil estructura bajo su piel. El pelo le caía lacio sobre la frente. La deformidad se mostraba en las extrañas curvas de su cuerpo. Le pareció gracioso. Ella se rio, acompañada del sonido sordo de la criatura. De golpe, se acercó, besándola. Y ella la besó también. Se besaron a través del frío material.

Cuando volvió a vestirse, estaba llorando. Debía de haber llorado durante mucho rato, pues sus mejillas estaban húmedas y sus ojos hinchados. Miró el espejo. Estaba sola. Lloraba sola.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada