dijous, 7 de gener del 2010

Odio.

Es como una caja, un sitio estrecho, cerrado y oscuro. No se ve claramente, de hecho, si te fijas mucho lo único que llegas a notar es una ondulación en el aire. Actúa como un campo de fuerza, pero no es protector, es una jaula. Te atrapa y te mantiene captivo. Si intentas salir, sientes remordimientos. Es extraño: enfrenta el bien y el mal en ti. Sacas una mano, sólo para probar, y el aire escapa de tus pulmones. Te sientes confuso, pero vuelves a intentarlo. Cuanto más veces lo haces, peor te encuentras. Tu cuerpo se va entumeciendo, sumido en un especie de sopor. Tu alrededor se vuelve oscuro, diluído, difuso. No reconoces bien las personas que cada día te saludan, te hablan, están contigo. Creas en tu jaula un mundo individual, compuesto de sombras, tramas y caos. Crees que alguna vez has estado entre los demás, pero no lo recuerdas con claridad. Por más que lo intentes, no puedes meterte entre ellos. Por muchos celos, envidia, dolor y agonía que sientas; por mucho que te quejes e intentes solucionarlo, nada cambiará tu posición. Has sido escogido, desafortunadamente, para vivir solo.

Ah, ¿que todavía no sabes a qué me refiero? Te hablo sobre el odio, querido.

1 comentari:

  1. L'odi no és un bon company de viatge, només ens torna més irracionals de que ja per defecte sóm. Quan menys coneguem l'odi, millor.

    Et cuides, Ka!

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