dilluns, 8 de març del 2010

Lágrimas.

Todo comienza con un suave temblor: una gota de rocío salpicando una hoja. Luego incrementa: acción, reacción. Al final es una explosión: el desencadenamiento del universo. Puede durar segundos, minutos, horas. Puede estar años, incluso, entre paros intermedios, apenas duraderos. Hay miles de personas en medio. Decenas de cientos de miles de millares. No es un país sólo, no es una nación ni una región. Va mucho más allá de fronteras, de tierra, de mar, de cielo. Pasa aquí como puede pasar allí. Se ven las consecuencias como pudo no haber ocurrido nada; pero sí pasó. ¿Quién te asegura la supervivencia? Cuando te cuestionas si de verdad existe Dios, enciendes la televisión y ver la verdad: destrucción, desolación, miseria, miedo... Es comienzo, es final. Es una leyenda perdida entre el tiempo de tanto descanso. Ahora quizá no, pero, oteando el horizonte, puedo entrever la esperanza de la recuperación. Ahora caen piedras, da igual cuán altas estén, acaban en el suelo. Como último adiós, mira atrás. Sonríe. Que la esperanza es lo último que se pierde, no hay un último suspiro. Respira, aún queda mucho por hacer.


#Fuerza Chile [27/2/10]

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