dissabte, 13 de març del 2010

Mío.

La inconformidad es propia de cualquiera, así como el individualismo. Crees que eres el único en tener un pensamiento, una molestia, un dolor, un estado en concreto. Meditas sobre algo y ya crees que eres el profeta de una nueva religión... o incluso su dios. Está en todas partes: ser el ombligo del mundo es la meta. Como he dicho, la inconformidad y la imperfección también son muy comunes. Nada nunca está a nuestro gusto. Buda dijo que la naturaleza del ser humano era ésta. Siempre se tiene un deseo de llegar a más y cuando se ve satisfecho, aparece otro. La única forma de permanecer en paz es abandonar los caprichos. Sólo entonces alcanzaremos el Nirvana.

Soy inconformista. El mundo no me da lo que ahora quiero. Como un niño pequeño cuando ve que alguien juega con su pelota: la quiere. Hago lo mismo. Como cualquier otro humano. Como cualquier otra persona. Como cualquier ser que esté sobre la tierra. Egoísmo, celos, imperfección, inconformismo, inadaptación. Todo y más. Desde las palabras a los hechos, la humanidad está plagada de fallas y errores. Empezando por mí. Acabando por mí. En medio estoy yo. Así siempre. No es necesario buscar excusas. Te quiero. Quizá no ahora, no en este momento. Pero sí sé que te quiero. Eres mi pelota, mi juguete, mi caramelo. Todavía no. Cuanto más tiempo pasa, más convencida estoy de que nunca te tendré. Pero acabarás siendo mío. Mío. O quizás no. Maybe, como dicen los ingleses. ¿Quieres?

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada