divendres, 5 de març del 2010

Supervivencia en evolución.

Todo empieza en un pequeño espacio en blanco. Bueno, hay que decir que el término "pequeño" no es el adecuado; diremos que este lugar es inabarcable y, por lo tanto, infinito. Comenzamos en sobre esta base fija, donde no hay nada. De momento. Pasa un tiempo, aunque el tiempo y el espacio van unidos, por lo tanto si no hay espacio no hay tiempo; nosotros diremos que pasa un tiempo. Aparece un punto negro, muy pequeño, más pequeño que la cabeza de una aguja. Está revestido de una terrible potencia. Yo le añadiría un adjetivo aún mayor: una mortífera fuerza. Rebosa energía. En vez de aumentar de tamaño, cada vez se empequeñece más. El punto ya no se ve y, de pronto, todo estalla. Ahora tenemos el espacio vacío parcialmente lleno de una masa negra deforme. Parece un charco de alquitrán dibujando formas caprichosas, pero claro, aún no conocemos el alquitrán. Tenemos espacio, tenemos un universo y con él, llega el tiempo. Ahora sí. Al cabo de... pasa este tiempo y empiezan a proliferar unas nubecillas de polvo y rocas. Al principio son rastros de la gran y repentina explosión que se ha dado "momentos" antes. No están paradas, forman espirales y se van moviendo. Hay muchas. Los conceptos de "cantidad" aún no están establecidas, pero no hacen falta para ver que hay más de dos, por lo tanto, son "muchas nubes". Nos fijaremos en una en concreta, para empezar, con la que se encuentra más cercana a mí. Oh, qué bonita es, si hasta parece polvo. Vale, aquí hay algo que brilla. Acerquen la cámara, por favor. Podemos comprobar cómo dentro hay esquirlas relucientes. Parece que tienen un orden, aparentemente aleatorio, dado por antojo (juro que yo no se lo di). Entonces, la estructura queda así: estrella (como yo denomino las esquirlas) rodeado de... ¿qué son? ¿Rocas? Venga, los llamaremos planetas. Tenemos: estrella, rodeado de planeta, en un sistema ordenado, en una galaxia, dentro de un Universo esparcido en un espacio en blanco. Qué grande me parece ahora todo.
Tomo uno de estos sistemas, con una enorme bola incandescente en medio. Es tan bonita que me haría un anillo con ella si no fuera porque quema. Está rodeado de nueve planetitas. Muy cucos, por cierto. Unos están demasiado cerca, y por lo que veo, se están horneando. Los demás están demasiado lejos, son muy gaseosos o simplemente, feos. Ah, no, aquí en medio hay uno ubicado perfectamente. Tiene tierra firme, roca labrada y una sustancia de color azul, en mucha cantidad, a la que yo, muy acertadamente, he decidido llamar agua. ¡Agua, qué gran nombre!
Me acerco más a una parte de la masa terrosa: hay extrañas construcciones. Cuanto más tiempo pasa, más complicadas se hacen éstas. Ups, veo unos extraños seres a los que he denominado humanos. Es extraño, pero se están matando entre sí. Y encima han tirado las casitas que tanto me gustaban. La pelea ha acabado, pasan más años y parece que se civilizan. Están prosperando. Ahora las construcciones son inmensas, parece que puedo tocarlas. Ah, claro, es que si me acerco, llego a rozarlas. Hacemos un gran "zoom" sobre una construcción en forma de cúpula y puedo ver cómo un pequeño humano me mira desde un tubo de hierro y cristal. Se ha asustado y ha huído, qué grosero.
Sigue pasando el tiempo y esto cada vez va peor. Si empezamos con el planeta a quien digo Tierra, ahora podríamos llamarlo Fuego. Está todo destruído y aún más, peor que va a acabar. Es increíble como mi pequeña especie se ha eliminado a sí misma. Ya no veo nada salir de las grandes construcciones, sino que el verde de otros seres las cubre. Ya no hay apenas actividad, sino que la biodiversidad prospera en paz. Sin humanos. Sin guerras.
Me aburro, así que me voy a otra parte de la galaxia a observar cómo una discreta nave con unos seres de extrañas formas (éstos no se parecen a mí) despega de su planeta. Llamaré a este planeta... "yo". Hoy estoy genial. Creo que seré humorista.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada