dissabte, 13 de març del 2010

Lo que se espera.

En un momento previo a todos los problemas, te has sentado en una silla, apoyaste tu cabeza sobre tus puños y pensaste. Sí. Antes, lo has pensado. Has ido a la maraña de emociones que es tu cerebro, has pasado por todos esos conductos. Como esos molestos nudos en las luces del árbol de navidad, has ido deshaciendo cada uno de los problemas de tu cuerda de sentimientos. Al final has llegado al peor, al núcleo. Cuando estás allí, es cuando realmente has pensado. Propones un principio: empezar. Lo sigues: lo ejecutas. Y ahora lo estás acabando: estás en él. Como una buena comida, como una taza de té caliente, como un café con las cucharadas exactas de azúcar. Todo debe tener esas tres primeras frases. A lo que iba. Pensaste. Repítete esa palabra. Repítela las veces que hagan falta. ¡Has pensado! ¿Sabes lo que significa eso? Entonces: Pienso, luego existo. Qué profundo.

Lo que se espera de nosotros. Mucho más que un pensamiento. Quiero acciones, quiero hechos.

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