Lo pensé, respirando hondo. Aquéllo que me resultaba inalcanzable, porque al fin y al cabo, era todo y nada de lo que podía desear. Como el ídolo perfecto de una película, rodeado por brillantes estrellas y millones de fans. Exactamente como el director de un mundo imperfectamente perfecto. Los rasgos más bellos, la más grande fuerza, la mayor inteligencia. Pero era inalcanzable para la gente como yo. Así que me dedicaba a soñar, a soñar y volar a un universo paralelo donde él me decía "Te amo" y yo moría en sus brazos sin pensar en el más allá. Para luego ver la fantasía interrumpida por un golpe de estudios sobre la mesa, o una brisa suave de una tarde de verano. O un mensaje suyo hacia su pareja.
Es lo más simple que conozco. Y se llama amor, porque la Real Academia Española lo dice. Y wikipedia secunda la moción. Pero eso es una palabra, y lo mío es mucho mayor. Al principio es como un cosquilleo en la punta de los dedos y en el vientre, una sensación que quieres explicar a todo el mundo. Después es algo más íntimo, el momento de "no me bastan los sinónimos para decirte todo lo que te quiero". Deriva en una sensación tan profunda que es casi indescriptible: porque si no lo sientes... no es lo mismo. Y quizás ahora es como una pesadez en el corazón, un dolor interno y un nunca se acabó.
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