diumenge, 17 d’octubre del 2010
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La música sonaba por mis auriculares. Intentaban apartarme del mundo desastroso que veía al otro lado de la ventana. Quería obivarlo, como si no pudiera alcanzarme. Cuando vez desgracias en la televisión, siempre piensas que no pueden pasarte a ti. Porque eres tú y es imposible que te pase nada así de malo. Pues yo pensaba lo mismo, aun teniendo el problema delante, era incapaz de asimilar que eso fuera conmigo. ¿Conmigo? ¿Por qué? Así que me fundía con las notas que sonaban al otro lado de los audífonos y esperaba dormirme, durante mucho rato y muy profundamente. Pero era imposible. El deber me llamaba. Y me encontró.
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