diumenge, 17 d’octubre del 2010

V.J.

Los miraba, guitarra en mano, con el corazón en un puño. Y sentía sus voces muy lejos de acá, porque acá estaba mi voz y mi música. Pero ellos aplaudían, de emoción y con cantares de guerra, coreaban mis notas. Yo pensaba en mis niñas, en sus lindos ojos mirándome cada mañana; y ellas, alejadas de la tensión, que reclamaban con palabras de "papá" mi atención. Pero ella estaba allí, mi mijita, entre susurros y besos, sus brazos me rodeaban.

Cuando me dirigí al público, era eso: público y personas. Allá veía mi sueño germinar, allá donde todo iría y posiblemente terminaría. Pero imaginar era la esperanza del pueblo. Y el pueblo prosperaba acá, entre todos. Cuando comencé a cantar, se hizo el silencio. Tuve la certeza de que en Chile, resonaba mi unión. Entonces sí veía las banderas aunándose, porque allí, acá y en todas partes estaba Chile.

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